El jueves 14 de marzo, la región de los Montes de María fue testigo de un diálogo de saberes y experiencias en un evento organizado en coordinación con el Instituto CAPAZ. Este encuentro, dividido en tres momentos clave, reunió a diversas comunidades y expertos para reflexionar sobre iniciativas pedagógicas para la transformación social.
Primer momento
En la Escuela Normal Superior Montes de María en San Juan Nepomuceno, se llevó a cabo el Encuentro «Iniciativas pedagógicas para las acciones transformadoras». Entre los participantes se encontraban docentes investigadores de la institución y líderes comunitarios, incluyendo a Lorenza Carmona Pérez, rectora de la institución educativa, Dilia Mejía Rodríguez, María Suárez Castro y Pedro Mejía Ardila.
Interludio
En su paso por El Carmen de Bolívar, en la sede de la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21, se realizaron unas «Palabras de saludo de Beatriz Ochoa Romero, Directora del CCCMMaL21», seguidas de la presentación de la Colectiva y del Festival Audiovisual de los Montes de María (FAMMA).
Visita a la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Linea 21, El Carmen de Bolívar
Segundo momento
Un «Recorrido por la Exposición 10° Vuelo de El Mochuelo» en el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María – El Mochuelo. Durante este recorrido, los participantes tuvieron la oportunidad de sumergirse en la historia y la memoria de la región. Este encuentro, que reunió a distintos actores sociales y culturales, marca el inicio de una nueva etapa de coordinación y trabajo conjunto en los Montes de María, donde la memoria y la identidad son pilares fundamentales para la construcción de un futuro más esperanzador.
Visita a MIM – El Mochuelo, Pregon Cultural Montemariano, Recorrido guiado y Circulo de la palabra, Zambrano
El evento fue coordinado por todo el equipo de la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21, encabezado por Soraya Bayuelo, Beatriz Ochoa, Jhon Jaraba, Julio García, Daniel del Toro, Edgardo Zambrano, Juan David Vargas, Isabella Meza, Rafael Galeano, junto con un grupo de mochuelos y mochuelas cantores parte del colectivo «Memorias del Corazón», el acompañamiento del fotógrafo y curador cartagenero Fabián Álvarez y el apoyo para el pregon cultural Montemariano por parte de la Fundacion Tamborito liderara por Ramsés Hadechine.
Ceremonia de entrega de premiación este miércoles 15 de noviembre de 9:45 a.m. a 11:30 a.m. (hora de Colombia).
Modalidad virtual – Enlace de transmisión por confirmar
El Centro de Investigación para Museos y Galerías (RCMG), en la Escuela de Estudios de Museos de la Universidad de Leicester, se complace en anunciar a los galardonados en la cuarta edición del Premio Museo Activista. Este premio se lanzó en 2019 para celebrar y fomentar el pensamiento y la práctica activista en la comunidad de museos del Reino Unido. Para reflejar un creciente interés en el activismo en museos a nivel mundial, se otorgarán dos premios anuales entre 2022 y 2025 en apoyo de un proyecto activista en el Reino Unido y uno internacional. Para el Premio Museo Activista 2023, el panel otorgó a Will Tregaskes el Premio Museo Activista del Reino Unido y al Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de Montes de María en Colombia el Premio Museo Activista Internacional.
Acerca del premio
El Premio Museo Activista se otorga a un individuo o grupo que trabaje en/con museos para apoyar la investigación y desarrollo de un proyecto activista que refleje las ideas presentadas por Robert Janes y Richard Sandell en su libro reciente, «Museum Activism» (2019). El activismo en museos se refiere a «la práctica museística, moldeada por valores éticamente informados, que tiene como objetivo generar cambios políticos, sociales y medioambientales.»
El Premio Museo Activista es la visión de Robert R. Janes en reconocimiento al trabajo pionero de Richard Sandell en el campo de los museos y la justicia social. Su objetivo es fomentar, inspirar y respaldar el trabajo activista en museos de manera similar en la comunidad de museos del Reino Unido. Este premio fue posible gracias a una donación de Robert R. Janes.
Los galardonados de este año fueron nominados por los Miembros Honorarios del Centro de Investigación para Museos y Galerías, Cristina Lleras (Curadora Independiente) y Zac Mensah (Co-CEO de Birmingham Museums Trust), por inspirar prácticas activistas de vanguardia en todo el mundo.
Acerca de El Mochuelo
El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de Montes de María es un museo ambulante que visita los 15 municipios de la región de Montes de María en Colombia. Dirigido por la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María 21, el museo es conocido con el nombre «El Mochuelo», haciendo referencia a nuestro ave tradicional cuyo canto es uno de los sonidos más hermosos y tradicionales de nuestra área. El difunto compositor Adolfo Pacheco Anillo rindió homenaje al ave con una canción que se ha convertido en el himno de nuestro museo.
En el centro de nuestra misión de preservar la memoria colectiva de nuestro territorio se encuentran los «Mochuelos Cantores», un dedicado grupo de narradores de la memoria que viajan con el museo para escuchar y contar las historias que la gente desea y necesita compartir. Estamos encantados de que este premio les proporcionará los recursos necesarios para llevar a cabo su trabajo, garantizar que nuestras memorias perduren para las generaciones futuras y que podamos seguir teniendo un impacto significativo en nuestro territorio.
Los ganadores recibirán £1000 cada uno para apoyar el desarrollo de sus ideas. También serán invitados a presentar su importante trabajo ante estudiantes, investigadores y profesionales del sector cultural en un evento en línea llamado «El Museo Activista», que se llevará a cabo el miércoles 15 de noviembre.
Por Moisés D. Martínez Mendoza (@cpersonalmoises) Mochuelo cantor, El Salado – Bolívar
Esclavo negro cantá, entoná tu melodía
Canta con seguridad, como anteriormente hacías
Quién pensaría que aquél regalo de novia se convertiría en el símbolo de los Montes de María, en la fe y la esperanza de todo un territorio que a unísono canta:
Porque mochuelo soy también de mi negra querida…
Esa negra que todos llevamos en el corazón. ¡Vaya papel el que le ha tocado al Mochuelo!
Es recoger en su canto las voces de miles de personas esclavizadas por la violencia pero que rompieron sus yugos y caminan libremente llevando consigo la identidad y la memoria de su gente, ser mochuelo es cantar para que el territorio vuelva a brillar, es volar muy alto entre las nubes, con el regocijo de la historia entre las alas de la memoria que hacen de este Mochuelo un ave única.
El Mochuelo vuelve a alzar su vuelo, no sin antes haber dejado un nidito con mochuelitos y mochuelitas cantoras que tendrán el trabajo de preservar el legado del Mochuelo mayor en la capital, que aún siendo fría, su gente hace de ella un recuerdo exacto de nuestro rancho con el calor del sol sobre sus palmas. Ahora vuelve a casa, con una experiencia maravillosa, ‘El Mochuelo’ ahora anidará al río Magdalena, para llevar a sus coterráneos la esperanza que la guerra intentó llevarse, lo que no sabía era que Montes de María es un territorio donde el canto y la memoria podrán contra cualquier pájaro invasor que quiera quedarse con el nido.
Quinto Vuelo del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de Maria por prinera vez en Sucre
Crónicas montemarianas. Por Diana María Molina – CCMMaL21
No se imaginan lo que es abrir una casa de Memoria cuando el conflicto no se ha ido de la región. Pensarse un museo Itinerante lejos de las grandes capitales, con, para y por los campesino. Sentir la valentía de la gente arropando sus procesos memoria y la poderosa raíz cultural que los sustenta. Cuando llegamos llovía y no se veía un alma en las calles. Cruzando la puerta encontramos que el equipo aún se agitaba en los últimos detalles, cableado, luces, recoger herramienta, organizar el patio, sacar las sillas, pasar el plumero, ubicar las listas de asistencia, el alcohol, el gel el termómetro. Todos iban y venían, llegaban los músicos con sus instrumentos, se maquillaban las bailarinas, se acomodaba alguna ficha técnica, se ajustaba el sonido.
Llegaron las cinco de la tarde y se fue la lluvia abriendo paso a un atardecer azul y rosa. Las puertas de las casas empezaron a abrirse. Salieron con la pinta dominguera, porque era domingo, pero también porque hace mucho no se encontraba la gente en un evento público. Al silencio largo y doloroso de la guerra se sumó el de la pandemia.
Adentro de la casa, a puerta cerrada, estaban los mochuelos constructores, los músicos y los bailarines. El primero en entrar antes de abrir al público fue el sacerdote, un hombre moreno y adusto que recorrió la exposición en silencio. Cuando me acerqué para saludarlo y pedirle que pusiera su nombre en la asistencia vi sus ojos profundos húmedos y conmovidos. No pude más que decirle: gracias Padre por estar aquí. Luego llegaron amigos y artistas aliados que venían desde Montería, desde Sincelejo, desde Santa Marta. Abrazos, alegría, fuerza. Mientras tanto afuera, las sillas se fueron llenando, llegaron primero los niños, luego los muchachos, y los mayores.
El sacerdote abrió el acto dando la bendición a esta casa, orando por la paz, por la memoria, y porque no se repita lo vivido. Hablaron los muchachos de Chalán, los creadores del Bonche, hablaron los líderes, habló Soraya Bayuelo, Premio Nacional de Paz 2003 y gestora del Museo Itinerante de Memoria el Mochuelo. Finalmente, se abrió la puerta de la Casa de Memoria y Escuela Popular El Bonche. Se hizo una fila para entrar en grupos pequeños, un hombre prendió una vela y vienen varias mujeres a poner sus manos para que el viento no la apagara. En el vestíbulo nos recibe un audio poderoso que cantado en décimas da la bienvenida: «Hay momentos en la historia, cómo pasó en mi región, se instala la sinrazón masacrando la memoria, y se entroniza una historia humana con su crueldad, se pierde la identidad, la palabra es silenciada, la gente es asesinada en medio de la impunidad, que el mundo ya esté enterado y que este horror no se repita, que la barbarie descrita, ya sea cosa del pasado, ahora estamos empeñados en recuperar la historia, en resaltar la memoria y la identidad perdida y la palabra y la vida como acción obligatoria, y como tal deseamos resaltar la identidad, la palabra y la verdad, ahora un museo creamos, así como lo soñamos como ave de nuestro suelo, que repare con vuelo nuestro proyecto de vida, les damos la bienvenida a este viaje del Mochuelo»
Los niños se fascinaron con la narración animada del Mochuelo, la Morrocoya y el Ojo de Agua. Se asombraron con el árbol de la vida y lo rodearon. Los adultos estaban solemnes y serios, ante la línea de tiempo, su mente voló al pasado y la mirada se nubló, pero al rescate viene la décima, la retahíla, el retrato, el hombre que trae la vela en la mano toma la palabra para hablar del juegos que ya no se juegan, es bajito, ancho, moreno y trae una gorra, tiene tanta tristeza como gracia y termina sacando sonrisas a todos. El público recorre las cuatro salas del Museo y va saliendo al patio, en el que casualmente hoy, ha florecido el bonche, es un bonche pequeño que apenas nos llega a la rodilla, pero ostenta su flor roja recién abierta que aún tiene gotitas de lluvia. Todo es un augurio de esperanza. El patio es grande y de tierra y su lado hay un auditorio que se va llenando poco a poco mientras suenan los primeros golpes del tambor y el lamento de las gaitas. Una niña pequeña rompe la formalidad y se lanza al ruedo a bailar con infinita gracia, varias parejas la siguen y por un momento hay una pequeña fiesta. Ya vienen con otro baile, algo más contemporáneo y todos nos sentamos para ver, la música suena nueva, pero, cuando las vemos bailar se siente la fuerza afro, se siente la libertad.
Ahora, crece un fuego en el patio y nos dicen que ha llegado el maestro. Vamos todos al patio bajo las estrellas y es aquí dónde habla el acordeón, donde la voz curtida de un mayor clama y celebra, es el rito milenario de cantar al lado del fuego los dolores y los anhelos, es el alimento que reconcilia, que nutre el alma adolorida y valiente del pueblo Monte mariano. Cuando el maestro termina, solo restan los abrazos.
Así fue la inauguración y en adelante viene una filigrana de programación cultural y pedagógica en este nuevo lugar de la memoria. Desde mañana el Mochuelo se acompaña del Colibrí, que es como hemos llamado al cineclub que estrenaremos mañana.
Chalán Sucre, catorce de marzo del 2021.
Imágenes de la apertura al público, entre otras secciones, el Árbol de la Vida que contiene los nombres de los ausentes y la línea de tiempo, en la Sala 2.
A casi un año de la apertura pública del Museo Itinerante de la Memoria, hoy el proyecto de noticias sobre procesos de paz y reconciliación en Colombia publica una nota sobre esta memoriosa itinerancia. Ver la nota original en el siguiente enlace:
El Mochuelo, un museo que da lecciones de memoria desde los Montes de María
Territorio7 Mar 2020 – 9:00 AM Sebastián Forero Rueda / @SebastianForerr
El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de esta región del Caribe cumple un año de andar rodando por varios municipios de esa zona del país. Un esfuerzo que documentó 104 masacres y más de 1.800 víctimas mortales del conflicto armado, que se levanta a nivel local en medio de lo que algunos han llamado una disputa por la memoria.
Cuando se conoció a finales del año pasado que el director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Darío Acevedo, estaría haciendo cambios al guion del Museo de la Memoria que había dejado la dirección anterior, se supo que uno de los puntos que pretendía modificar eran los ejes planteados para ese museo: agua, tierra y cuerpo. En ese momento, el director dijo que “poner a hablar a un río” no podía ser el eje de un museo de memoria, que eso encajaba mejor en una obra literaria. Sin embargo, para cuando Acevedo pronunció esas palabras, en la región de los Montes de María ya llevaba unos meses rodando otro museo de memoria que lo contradecía profundamente. Uno que puso a hablar a un pájaro.
El 15 de marzo de 2019, en El Carmen de Bolívar se erguía por primera vez El Mochuelo, el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María. Una monumental estructura en madera fina de 35 toneladas, de 18 metros de largo, por 12 de ancho y 5 de alto. La historia de una de las regiones que más sintió las atrocidades de la guerra (quizá la que más) concentrada en lo que recrea una casa antigua de esta región, enclavada entre Sucre y Bolívar. Pero lo que se inauguró ya hace un año era el resultado de un trabajo de más de una década de caminarse esas montañas documentando los horrores que les dejó el conflicto armado.
Hacia 2008, el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21, que ya se había ganado el Premio Nacional de Paz en 2003, andaba por los quince municipios de esta región tratando de que sus habitantes volvieran a encontrarse, luego de que a la zona la resquebrajara el paso de los frentes 35 y 37 de las Farc y el Bloque Montes de María de las AUC. “Haciendo todo ese trabajo cultural recopilamos mucha información y nos dimos cuenta de que había que devolverla al territorio, a las comunidades”, dice Julio García Montes, quien hace 16 años integra el colectivo y es el coordinador en terreno del Mochuelo.
“Empezamos a pensar qué hacer con toda la información que habíamos recopilado. Ya teníamos cine, ya teníamos exposiciones fotográficas, ya teníamos radio, y ahí fue cuando nos pensamos hacer el museo” explicó. Así, en este rincón del Caribe colombiano empezaban a hablar de memoria cuando en el país todavía no existía un centro nacional para ese fin. Pero aún más subversivo fue el hecho de que no decidieron construirlo en ninguno de los municipios de la zona, sino que decidieron que sería itinerante: andaría por todos los municipios montemarianos. Entonces, en medio de la planeación, a un campesino se le ocurrió que el museo fuera un pájaro que volara por la región y a otros que fuera un mochuelo, ave emblemática de la zona.
Desde entonces empezaron a recopilar y documentar juiciosamente casi un siglo de historia de los Montes de María, antes siquiera de que al territorio llegaran los actores armados. Se encontraron con que para la gente era sanador el solo hecho de contar lo que les había pasado. “Cuando llega el conflicto lo primero que hizo fue infundir el miedo y a la gente la hizo meter hacia adentro. A uno lo que le decían era no confíe en nadie, no hable, las paredes tienen oídos. Entonces el ‘no diga’, ‘no hable’, ‘no llore’ se le fue metiendo a la gente y comenzaron a guardárselo. Mucho de lo que nos contaron, nunca lo habían hablado con nadie”, cuenta Julio.
Así, vereda por vereda, documentaron 104 masacres ocurridas en los Montes de María desde la década de 1990 y un total de 1.850 personas (civiles) que fueron asesinadas en medio de la violencia. En honor a estas últimas, en todo el centro del museo se levanta el árbol de la vida – o árbol de los ausentes – en cuyas hojas (actualmente tiene 750) está escrito el nombre de cada víctima con la fecha y el lugar en donde murió. Pero quienes levantaron el museo tienen la firme convicción de que la historia de esta región es una historia de resistencia. Por eso, además de documentar las afectaciones que les dejó la guerra, en la línea de tiempo del museo, que inicia en 1900, también contaron las luchas de este pueblo campesino. Por ejemplo, las luchas por la tierra que aquí dieron los líderes de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), que consiguieron parcelaciones para campesinos sin tierra. Por eso, el museo incluye parte del archivo de Jesús María Pérez, el emblemático líder de la ANUC que fue el guardián de esa información y que se la entregó al CNMH.
Después de que El Mochuelo se instalara en El Carmen y durara allí unos dos meses, emprendió vuelo hacia Córdoba (Bolívar) y luego se fue a San Juan Nepomuceno. Allí acompañó la conmemoración de los 17 años de la masacre de los Guáimaros, donde fueron asesinados 15 campesinos, en agosto de 2002. Y de allí voló a San Jacinto, donde actualmente está instalado y donde permanecerá hasta la próxima semana, antes de partir para Morroa (Sucre). En cada municipio dura unos dos meses y medio, desde el momento en que empieza a armarse – que tarda unas dos o tres semanas – hasta que se desarma por completo. A donde llega, el museo recluta sus propios ‘mochuelos cantores’, o guías, como se les llama en el lenguaje museográfico tradicional. Voluntarios – en su mayoría jóvenes – que luego de recibir la capacitación y conocer el museo, llevan a otros a través de él.
Durante este primer año han tenido experiencias que les han reafirmado el valor del museo. Durante los dos meses que estuvo en Córdoba, todos los días llegaba un joven, de unos 26 años, y se detenía frente al árbol de la vida. Allí se quedaba contemplándolo y en particular mirando siempre una misma hoja. Al cabo de unas semanas, a través de lenguaje de señas pues tenía discapacidad auditiva, dio a entender que quien aparecía allí reseñado era su papá, asesinado en la masacre de 2000 de Capaca (Bolívar). Él tenía el dolor guardado y ver ese nombre en el museo para él tenía una importancia monumental.
“Cada nombre que está en ese árbol es para el buen nombre de la persona que murió, que de pronto en algún momento fue estigmatizado o fue señalado de uno u otro bando, pero para los familiares verlo allí es de una dignidad enorme”, explica Soraya Bayuelo, directora del colectivo de comunicaciones.
Para ella, durante este año ha sido impresionante que muchos de los visitantes del museo se terminan preguntando ¿cómo pasó todo esto?, ¿En qué momento nos pasó todo lo que nos pasó? “Nosotros trabajamos para que no se borre de la memoria ni de la historia lo que pasó, no para decirnos ‘ay, pobrecitos’ y que volvamos otra vez a recordarlo para torturarnos, sino como una garantía que debemos tener quienes sufrimos el conflicto armado de que esto no se vuelva a repetir”, sostiene Soraya.
Cuando se creó en el país el Centro Nacional de Memoria Histórica y llegó a su dirección Gonzálo Sánchez, esa entidad empezó a trabajar de la mano con el colectivo de comunicaciones Montes de María y fue a través de ese centro que se gestionaron los recursos de la embajada de Francia que hicieron posible la realización de El Mochuelo. Sin embargo, ya para su inauguración el CNMH estaba en cabeza de Darío Acevedo, quien asistió a ese evento en El Carmen de Bolívar y “lo que vino a decir aquí es que ya las historias de las víctimas están supremamente contadas y que en adelante le iba a dar más apoyo a las memorias de los militares”, cuenta Soraya.
Desde entonces, la relación de El Mochuelo con el CNMH se rompió y no ha habido nuevos contactos. “En este momento histórico el CNMH niega la memoria, niega el conflicto, y nosotros estamos justamente diciendo lo contrario. Por eso ahora no contamos con ese centro para nada, ni tampoco queremos contar”, puntualiza.
Aún sin el apoyo del CNHM, el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH), adscrito a la Unesco, incluyó al Mochuelo en su mapa interactivo sobre iniciativas que hacen memoria sobre graves violaciones de derechos humanos alrededor del mundo. Es la única iniciativa colombiana en ese mapa.
“Hoy, ante una negación del conflicto, una política de Gobierno dirigida a la negación de la memoria, nosotros estamos tratando de levantar este museo como un estandarte que dice que aquí hay otros relatos, más allá del relato oficial. Uno que sale desde las entrañas, desde el sentir, el duelo, el sufrimiento y la resistencia de las víctimas del conflicto armado”, sentencia Soraya Bayuelo.
El Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH), adscrito a la UNESCO, incluyó al Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María en su mapa interactivo sobre graves violaciones de derechos humanos alrededor del mundo.
Nos complace mucho haber desarrollado este material didáctico y entregarlo ahora entre el público escolar y apoyar la formación de los mediadores voluntarios del museo, los mochuelos cantores. Esta cartilla y su guía de aula acompañante hacen parte del proceso integral de implementación del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María (MIM), su contenido y actividades se vienen conformando y aplicando desde sus primeras etapas de planeación y de capacitación entre las comunidades participantes.
Su impresión fue posible gracias al Programa de Estímulos del Ministerio de Cultura 2019, como ganadores de la beca a proyectos comunicativos: entidades museales y comunidades, con la propuesta “El vuelo del Mochuelo: entrelazando saberes ancestrales y pedagogías para la paz y la reconciliación”, desde el diseño de material didáctico de apoyo para el fortalecimiento de la estrategia comunicativa y pedagógica del museo.
Este proyecto consistió en la impresión y aplicación piloto de dos materiales pedagógicos:
Material didáctico 1
Cartilla pedagógica para Mochuelos Cantores – intérpretes comunitarios de la memoria.
Esta cartilla es una bitácora de vuelo”para orientar la capacitación de los intérpretes comunitarios de la memoria, los mochuelos cantores los cuales son los guías voluntarios encargados de animar la visita de grupos de público en su recorrido por el MIM y sus actividades alternas y complementarias. Un mochuelo cantor es un intérprete en el sentido de que no repite o transmite una información fija, sino que asume su experiencia personal en el contexto de la historia común de su entorno social, y es capaz de compartirla basándose en los contenidos que se exponen, animando el diálogo que enriquece con sentidos múltiples la exposición. Esto mochuelos cantores son los mismos narradores y narradoras de la memoria que han sido formados por el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 desde su línea programática “Memoria, comunicación y territorio”.
Este material pedagógico es importante porque fortalece y apoya la preparación de los mochuelos cantores en su papel de orientadores comunitarios dentro de los recorridos del museo El Mochuelo debido a que brinda diferentes módulos que explican los fundamentos conceptuales, históricos, investigativos, pedagógicos y metodológicos del Museo, y es aplicado en talleres por el mismo equipo gestor del CCMMaL21.
El Mochuelo aletea, canta y cuentaen el Aula: una estrategia de mediación pedagógica para la apropiación social del MIM en las instituciones educativas de los Montes de María.
Este material está compuesto por una guía para el docente con herramientas didácticas para los niños entre las edades de 9 a 17 años que cursan grados de 4 de primaria a 11 de bachillerato, y viene siendo una adaptación de la cartilla de los Mochuelos Cantores, con diagramación atractiva, nociones básicas y ejercicios prácticos que el docente puede desarrollar antes o después de la visita al museo, y que entregaría a cada estudiante o a grupos de 4-5 estudiantes. Es importante porque los docentes de las instituciones educativas y los estudiantes son actores estratégicos claves en la transmisión, mediación pedagógica y preservación de la memoria de los Montes de María. Es necesario brindar a la comunidad educativa recursos didácticos específicos que facilite a los docentes y niños el encuentro entre el Aula y El Mochuelo de tal forma que la comunidad educativa pueda apropiarse de los contenidos del MIM, para que puedan ser utilizados en el aula y particularmente por los docentes que están a cargo de las áreas de ciencias sociales, humanidades y cátedras de paz.
Este material fue y será dinamizado por los Mochuelos Cantores y el equipo gestor del CCMMaL21entre los maestros de las instituciones educativas del lugar donde en ese momento esté instalado el museo.
A continuación algunas imágenes que resultaron del período de desarrollo de este proyecto, en particular durante la itinerancia del museo en el municipio de San Juan Nepomuceno:
Si eres profesional en el sector de museos y la cultura, sería interesante que participaras en esta convocatoria del Ministerio de Cultura proponiendo realizarla en el MIM, y así podrías colaborar con nuestras actividades durante 1 mes, en caso de obtener la subvención.
Estaremos abiertos a evaluar el apoyo a una postulación de calidad y a facilitar la información que ésta necesite.*
Áreas de interés para el desarrollo de la pasantía:
Atención de público general y escolar, programación y actividades complementarias
Estudio de públicos y sistematización de actividades
Capacitación del equipo gestor: pedagogía en museos y temas relacionados
Formulación de proyectos y sostenibilidad técnica y financiera
Gestión de comunicaciones
Colaboración en el funcionamiento cotidiano y logística de itinerancia
*El MIM cuenta con registro certificado en SIMCO.El perfil requerido por Mincultura es un profesional o técnico que acredite su vinculación a una entidad museal registrada y activa en dicho sistema, y que resida en un departamento diferente a donde propone hacer la pasantía.