Por: Miguel Movilla (Raven Lewis). Mochuelo Cantor. Comunicador Social / Unidad de Comunicaciones Corporación Colectiva de Comunicaones Montes de María Línea 21 (CCCMMaL21).
Llegar a Zambrano y recorrer las calles encharcadas de este municipio de los Montes de María, a orillas del río Magdalena, es adentrarse en la cotidianidad de su gente, quienes aún conservan los rastros de un pasado que, aunque duro, se canta con alegría.
Desde el asomo de los primeros rayos de sol, el mochuelo, esa ave cantora, resistente y resiliente, autóctona de la región, se hace presente en el territorio. El mochuelo, que le da nombre y vida al Museo itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María -MIM- El Mochuelo, no solo se convierte en un símbolo de música y recordación, sino también en el símbolo de un proceso de acción transformadora que permite revivir la esencia de un pueblo que, entre gaitas, tambores, porros y cumbias, sigue cantando su identidad.
Porque el mochuelo, así como el -MIM-, son itinerantes. Habitan en las montañas montemarianas y su presencia se distingue desde Arizona hasta la Argentina. Nunca viajan solos, siempre llevan consigo mochuelos y mochuelas cantores que los acompañan y hacen de cada itinerancia su hogar.
Aunque recorren largas distancias y se adaptan a cualquier clima, esta vez el -MIM- sentía el deseo profundo de volver a casa y anhelaba posarse por primera vez en Zambrano, después de haber cautivado a 66.250 personas en la fría Bogotá. Allí, entre su plumaje, visibilizó al mundo el territorio montemariano: sus paisajes, sus ecosistemas y las riquezas terrestres, marítimas y culturales, desafiando el imaginario o desconocimiento colectivo de una región que es su gran nido.
El regreso a casa de El Mochuelo: Décima itinerancia en Zambrano
Desde ese ansiado regreso a casa el 31 de octubre de 2023, la presencia del -MIM- ha arropado a la comunidad zambranera. En su nido, especialmente mujeres, niñas, niños, jóvenes y organizaciones sociales y comunitarias han encontrado refugio y un espacio seguro para fortalecer sus memorias e identidades colectivas.
Este -MIM- no se alimenta de reptiles o insectos. Son las semillas germinadas a través de los procesos pedagógicos como “Formando Formadores” las que lo hacen crecer.
El proceso pedagógico de “Formando Formadores” les brindó semillas a 28 jóvenes que, ahora convertidos en “Mochuel@s Cantor@s, Narradoras y Narradores de la Memoria” se encuentran nutridos en temas de memoria, territorio y comunicación, y preparados para, una vez el -MIM- vuelva a itinerario, seguir narrando y preservando las historias de su tierra, y llevar al ámbito público aquello que desean contar con su propia voz.
El Mochuelo revolotea: Actividades y talleres durante la itinerancia
Durante su itinerancia en Zambrano, el -MIM- acogió a 6.000 visitantes en su nido, lo que representa el 52.78% de la población de 11.367 habitantes. Bajo su manto, llegaron también 100 representantes de delegaciones internacionales de Argentina, Brasil, Suiza, México y Alemania, así como visitantes y animadores de todos los municipios de los Montes de María y de otras regiones de Colombia.
El 30 de noviembre del 2023, las sobrecogedoras alas de MIM abrigaron y narraron la identidad, la memoria y la cultura montemariana en el Encuentro Multicultural Nacional de Jóvenes Víctimas enfocado a la reforma de la ley 30.
Participaron más de 100 jóvenes de los municipios de El Carmen de Bolívar, Córdoba, San Jacinto, Mahates, Talaiguanuevo, El Guamo, Morales, Santa Rosa del sur, Barranco La Loba, Simití, Soplaviento, San Estanislao, Arjona, Turbaco, Cartagena (Bolívar), Santa Marta, Plato, El Banco (Magdalena), Chimichagua (César), Tumaco (Nariño) y Macaján – Toluviejo (Sucre).
Más de 1.200 estudiantes experimentaron el regocijo bajo las alas del -MIM-, lo que permitió la realización de 70 talleres de formación, 3 círculos de la palabra, 40 recorridos guiados, 7 ciclos de Cine Bajo las Estrellas y 3 pregones musicales, además de eventos conmemorativos como el día internacional de los derechos humanos, el día de la independencia y la conmemoración de los 25 años de la masacre de Capaca.
El interés del conocimiento se expandió como una diáspora en instituciones educativas como la Técnica en Informática Aníbal Noguera, donde los mochuelitos y mochuelitas del grado 9°2 realizaron un recorrido guiado dentro del -MIM- en el que reflexionaron sobre las tres líneas narrativas del museo: Territorio, Memoria e Identidad. En ese acogedor sobrevuelo, comprendieron la importancia de conocer y sentir el territorio y resistir ante la violación de los derechos humanos.
Reflexiones sobre la memoria para el no olvido
Durante el espacio museístico y pedagógico, las mochuelitas y mochuelitos, que se sentían en casa, también se mostraron expectantes y atentos por conocer de cerca toda la línea narrativa y escuchar las historias de las víctimas resistentes y sobrevivientes del territorio.
Al conocer que más de 3.850 personas fueron asesinadas y desaparecidas durante la violencia en el territorio, afirmaron que no habían tenido la oportunidad de conocer todas estas situaciones vividas, pero que hoy, como nuevos mochuelas y mochuelos constructores de paz, apuestan por el cambio a través del diálogo y la resolución del conflicto.
Los relatos que el -MIM- lleva en su nido son acciones y pedagogías para la paz y la memoria, encaminadas a garantizar la no repetición.
Más allá del universo montemariano: Visitas internacionales a Zambrano
El MIM atrajo con su canto a Viviana y a Luna, mujeres representantes de la Colectiva Radial Mujeres Chambeando de México, quienes hicieron un recorrido guiado y un intercambio de experiencias junto a Mochuel@s cantor@s de la comunidad zambranera y un ejercicio taller sobre la producción radiofónica y la transmisión por vía internet.
Visita de la Colectiva Radial Mujeres Chambeando en el pabellón del MIM.
Los días 9 y 10 de julio, un grupo de mexicanas pertenecientes a Las Luchadoras tuvieron la oportunidad de recorrer el pabellón del MIM, conociendo así, a través de fotografías, escritos y testimonios audiovisuales, la magnitud de la violencia y el sufrimiento que han vivido miles de personas en el territorio montemariano.
Visita de Las Luchadoras de México y taller sobre seguridad digital.
Al finalizar el recorrido, Las Luchadoras expresaron su solidaridad y admiración por las víctimas y sobrevivientes del conflicto armado en Los Montes de María. Reconocieron la importancia de mantener viva la memoria de los hechos para evitar que se repitan en el futuro y reflexionaron sobre la importancia de la justicia, la verdad, la reconciliación y las garantías de no repetición en la construcción de nuevos mundos posibles.
Durante su visita, se tuvo la oportunidad de recibir un taller en seguridad digital, el cual permitió aprender y recordar la importancia de temas como las contraseñas seguras, la detección de correos electrónicos fraudulentos, la protección de la información en la nube y el uso adecuado de las redes sociales para evitar la filtración de datos sensibles.
El 7 de enero de 2024, un grupo de Mochuel@s cantor@s recibió la visita de Karen Worcman, fundadora y directora del Museu da Pessoa de Brasil, donde, a través de un recorrido guiado, expusieron y visibilizaron las historias de resistencia y en territorio montemariano. Además, tuvieron la oportunidad de realizar un intercambio de experiencias e historias locales, montemarianas e internacionales.
Visita de representantes del Museu da Pesoa en el pabellón del MIM.
“Esto me hizo reflexionar sobre las virtudes del pueblo montemariano, su capacidad para sobreponerse a las dificultades y no dejarse llevar por sentimientos de odio o venganza, sino por la superación de las adversidades. – Karen Worcman.
Los Mochuelos en la otra FAMMA de los Montes de María
En el marco de la duodécima versión del Festival Audiovisual de los Montes de María -FAMMA-. Del 1 al 6 de noviembre del 2023, el -MIM- anidó el telón en su nido para sumarse a la diciente programación del festival, en el que se proyectó la memoria, la identidad y la cultura de la región con piezas audiovisuales realizadas por sus propios habitantes y que resonaron con la fuerza, resistencia y resiliencia no solo de quienes han vivido y contado sus historias, sino también de quienes, como el mochuelo, se unen al nido desde la distancia.
En sintonía con el festival, se llevaron a cabo actividades lúdicas y talleres de formación, donde los jóvenes Mochuel@s cantores y cantoras se alimentaron con las semillas del aprendizaje en la creación de relatos audiovisuales. Aprendieron a narrar no solo con imágenes, sino también con la esencia de sus propios cantos.
Cine Bajo las Estrellas en el Patio de Juegos del MIM.
No solo los jóvenes mochuelos y mochuelas se sintieron arropados por el calor de este vuelo del -MIM-, sino también sus docentes y padres de familia, quienes manifestaron el deseo de volver a vivir esta experiencia.
Esta itinerancia también germinó semillas de paz, resistencia y remembranza en la Institución Educativa Técnica Agropecuaria Erasmo Donado, donde, liderados por el docente Wilson Rafael Cabezas Arroyo, los estudiantes mochuelos y. Mochuelas iniciaron la producción de un documental que narra 20 años de trabajo en la construcción de paz.
Esta pieza audiovisual se presentará en el Festival Audiovisual de los Montes de María junto a otras obras realizadas por colectivos e instituciones educativas y culturales de Zambrano bajo el lema “Labrando Memorias, Archivos para la vida, la Paz y la Reconciliación”.
El respaldo a estas actividades fue masivo, reflejando no solo el interés de los zambraneros, sino también su agradecimiento con el festival, que más que un evento, se inmortalizó como un espacio donde la memoria y la identidad de fortalecieron y desplegaron sus alas con la convicción de poder narrarse ante el mundo.
Laureles en el nido: Reconocimiento internacional a El Mochuelo
En medio de la itinerancia en Zambrano llegó una buena noticia que engalanó y a Él Mochuelo e hizo vibrar aún más fuerte los corazones de la comunidad: El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María ha alzado su vuelo al ser galardonado con el premio Museo Activista Internacional, otorgado por el Centro de Investigación para Museos y Galerías (RCMG) de la universidad de Leicester.
Este reconocimiento, fruto de una labor comprometida con la preservación y difusión de la memoria histórica de los Montes de María, reafirmó a El Museo de la Memoria y la Identidad de los Montes de María como un símbolo de resistencia y paz.
En su nido lleva consigo los relatos y voces de una comunidad marcada por la violencia, pero que ha sabido fortalecerse en su identidad cultural.
El premio, que honra la innovación y el compromiso social y medioambiental, destaca la manera en que el MIM ha tejido un puente entre las generaciones, permitiendo que los jóvenes conozcan y apropien su cultura y las historias de sus antepasados, mientras que las víctimas y supervivientes encuentran un espacio para sanar y compartir sus memorias.
Con este reconocimiento internacional, el -MIM- reafirma su misión de seguir volando alto, llevando su mensaje de paz y memoria a cada rincón del territorio y más allá de los Montes de María.
Círculo de la Palabra con la Red de Mujeres y Jóvenes con los Pies en la Tierra en el Patio de Juegos del MIM.
El canto de las mochuelas en la exposición “Retratos de la Memoria”
El domingo 10 de diciembre, el -MIM- se alimentó con una de las semillas más grandes cosechadas hasta le fecha, puesto que la Corporación Colectiva de Comunicaciones de los Montes de María: Línea 21, inauguró la Red de Mujeres y Jóvenes con los Pies en la Tierra, con la exposición “Retratos de la Memoria”, en el patio de juegos del -MIM-, una muestra fotográfica que encapsula la escénica de la vida de las mujeres de la Red de Mujeres y Jóvenes con los Pies en la Tierra.
Cada mujer, con su historia, construyó un mosaico de resistencia que se entrelazó con la memoria colectiva de los Montes de María.
Bajo la sombra protectora del -MIM-, símbolo de la memoria viva, se llevó a cabo el Círculo de la Palabra: “Mujer, Memorias, Paz y Territorio”. Un espacio donde la Red de Mujeres y Jóvenes con los Pies en la Tierra se reunió para compartir sus historias, sus dolores y, sobre todo, su esperanza.
Durante ese círculo, Soledad Acosta, de Los Palmitos, Sucre, habló con la misma firmeza con que ha defendido la tierra durante toda su vida. Junto a su esposo, formó parte de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -ANUC-, luchando por los derechos de los campesinos y enseñando a las nuevas generaciones que la tierra es vida y dignidad.
Sara Pérez, también de Los Palmitos, se sumó al círculo, y como mochuela que canta y vuela alto, destacó su papel como madre comunitaria. Sara ha sembrado en el corazón de los más jóvenes el valor de la resistencia, mostrándoles que la tierra no solo se cultiva con las manos, sino también con el espíritu.
Lina Marqueza Rodríguez, de San Onofre, Sucre, habló del “Sancocho Sanador”, una estrategía de convivencia que ha unido a mujeres, hombres y jóvenes en un esfuerzo por reconstruir la paz en su municipio. En torno al fuego y un caldero se puede sanar y fortalecer el alma de una comunidad.
Mercedes Barraza, desde San Jacinto, Bolívar, compartió su amor por la danza, enseñando a los presentes que el baile tradicional también son pasos para preservar la cultura.
El Círculo de la Palabra también escuchó a Emilse Gómez, de San Onofre, quien ha creado la “Sábana de Sueños”, un símbolo de reparación colectiva de los Montes de María.
Tal como el mochuelo sobrevuela su gran nido, cada una de estas mujeres se ha enfrentado a las sombras de la violencia en aras de resistir y proteger a sus familias y sus territorios.
Alianzas que afianzan el vuelo
Uno de los logros más significativos de esta itinerancia ha sido la capacitación de más de 20 mujeres de la comunidad zambranera. Gracias a la alianza entre la Corporación Colectiva de Comunicaciones de los Montes de María: Línea 21, y la Asociación Colnodos: Más de 20 mujeres de la comunidad zambranera se han formado en alfabetización, mercadeo y seguridad digital, emprendimiento y educación financiera. Herramientas claves que les permitan avanzar en sus proyectos, mejorar su calidad de vida y hacer un uso más consciente del internet.
Este programa, ofrecido dentro del marco del proyecto Google Impact Chanllenge y la formación académica con las mujeres, promueve iniciativas que buscan cerrar la brecha digital, empoderar a las comunidades desde la inclusión y capacitar a mujeres rurales emprendedoras de Colombia.
El jueves 14 de marzo, la región de los Montes de María fue testigo de un diálogo de saberes y experiencias en un evento organizado en coordinación con el Instituto CAPAZ. Este encuentro, dividido en tres momentos clave, reunió a diversas comunidades y expertos para reflexionar sobre iniciativas pedagógicas para la transformación social.
Primer momento:
En la Escuela Normal Superior Montes de María en San Juan Nepomuceno, se llevó a cabo el Encuentro «Iniciativas pedagógicas para las acciones transformadoras». Entre los participantes se encontraban docentes investigadores de la institución y líderes comunitarios, incluyendo a Lorenza Carmona Pérez, rectora de la institución educativa, Dilia Mejía Rodríguez, María Suárez Castro y Pedro Mejía Ardila.
Interludio:
En su paso por El Carmen de Bolívar, en la sede de la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21, se realizaron unas «Palabras de saludo de Beatriz Ochoa Romero, directora del
CCCMMaL21», seguidas de la presentación de la Colectiva y del Festival Audiovisual de los Montes de María (FAMMA).
Segundo momento:
Un «Recorrido por la Exposición 10° Vuelo de El Mochuelo» en el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María – El Mochuelo. Durante este recorrido, los participantes tuvieron la oportunidad de sumergirse en la historia y la memoria de la región.
Este encuentro, que reunió a distintos actores sociales y culturales, marca el inicio de una nueva etapa de coordinación y trabajo conjunto en los Montes de María, donde la memoria y la identidad son pilares fundamentales para la construcción de un futuro más esperanzador.
El evento fue coordinado por todo el equipo de la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21, encabezado por Soraya Bayuelo, Beatriz Ochoa, Jhon Jaraba, Julio García, Daniel del Toro, Edgardo Zambrano, Juan David Vargas, Isabella Meza, Rafael Galeano, junto con un grupo de mochuelos y mochuelas cantores parte del colectivo «Memorias del Corazón», el acompañamiento del fotógrafo y curador cartagenero Fabián Álvarez y el apoyo para el pregón cultural Montemariano por parte de la Fundación Tamborito liderada por Ramsés Hadechine.
Capaca: 25 años de memoria en El Mochuelo
La memoria es una responsabilidad colectiva. Por eso, El MIM hace un acompañamiento y acto de solidaridad con las familias sobrevivientes de la masacre de Capaca, El Bongal, El Delirio y Campo Alegre, zona rural del municipio de Zambrano, Bolívar, Montes de María, ocurrida el 16 de agosto de 1999.
Este 16 de agosto de 2024, el MIM recibe en su nido una sentida conmemoración de este hecho victimizante en el que asesinaron a más de 16 personas, en su mayoría jóvenes, con actos de solidaridad y homenajes a las víctimas y sobrevivientes de este hecho violento.
Acto simbólico en homenaje a los presentes ausentes.
Este hecho fue perpetrado por 20 paramilitares del bloque Montes de María bajo el mando de Sergio Manuel Ávila. Iniciando la masacre en la vereda de Capaca, el caserío Campo Alegre, El Delirio y el Bongal. Obligando también a los y las sobrevivientes a abandonar sus hogares en menos de 24 horas.
Una de las sobrevivientes de este hecho manifestó: “Yo perdono a las personas que acabaron con la vida de mi papá y de ese pueblo, no porque se lo merezcan, sino porque yo no merezco cargar con ese peso”.
Debido a que en el grupo que perpetró la masacre también había miembros de la fuerza pública, otra víctima en su relato testimonial manifestó que en esta conmemoración exigen al Estado Colombiano un mayor compromiso con las políticas de reparación integral, protección y acompañamiento psicosocial a las familias aún afectadas, retornadas, no retornadas, reubicadas y residentes en estos territorios para fortalecer la reconstrucción del tejido social en Capaca, Campo Alegre, El Delirio y El Bongal como escenario de paz y hacia las garantías de no repetición.
Los presentes ausentes, a quienes se les sigue haciendo memoria en el Árbol de la vida para que no se olviden durante el recorrido por la décima itinerancia del MIM son:
Ricardo Manuel Bolaño Causado
Juan Ochoa Ochoa
José Arístides De La Hoz Payares
Jesús David Oviedo Gonzales
Daniel de Jesús Arrieta Castro
Marines María Bolaño Causado
Soraya Artista Castro
Judith del Carmen Bolaño Causado
Deibis Alfonso Martínez Garrido
Elías Novoa
Lader de Jesús España Álvarez
Liborio Arrieta Ospina
Soraya Paola Arrieta Rivera
Edilberto Manuel Ochoa Ochoa
Adalberto Jhonis Sanchez Barreto
Agradecimientos y “hasta prontos” para alzar el vuelo
El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María “El Mochuelo” despliega sus alas una vez más para volar alto y despedirse, en su décima itinerancia, del municipio de Zambrano, Bolívar y su comunidad, situada a la margen izquierda del río Magdalena, en los Montes de María, llevando consigo el amor y la gratitud de un pueblo que lo acogió en sus diferentes nidos y lo acompaña en su tránsito por el territorio con las memorias del dolor, las alegrías de la resistencia y el trabajo en equipo.
Se despide con la firme convicción de que volverá en un nuevo vuelo para seguir sembrando paz, identidad, memoria y resistencia en los Montes de María.
Mientras tanto, el nido quedará en manos de los mochuelitos y mochuelitas, quienes seguirán cuidando de este legado y volando alto con sus alas de memoria y cultura. Esta vuelta a casa no hubiese sido posible sin el respaldo incondicional de:
Entes Municipales :
Gabriel Murillo Argel – Alcalde Municipal de Zambrano.
Vanessa Barrios – Secretaría de Salud, Educación, y Cultura.
Santiago Arteta Cabarcas – Secretario de Planeación.
Sebastián Romero Barros – Secretario del Interior.
Estefany Aragón – Gestora Social.
Lideresas:
Rosina Martínez Ochoa – Lideresa y Sabedora de Zambrano, Red de Mujeres y Jóvenes con los Pies en la Tierra.
Doris Tejeda Rodríguez – Enlace Municipal de Víctimas.
Carmen Ordoñez y Blanca Noguera Carvajal – Organizaciones de Mujeres de Zambrano.
Gestores y Gestoras Culturales:
Ramsés Hadechine Álvarez – Director Fundación Tamborito.
Ramiro Meza – Gestor Cultural y ex secretario de cultura.
Johnny Vergara – Gestor Cultural y Teatrero.
Instituciones Educativas y Docentes:
Felipe Carmona – Rector de la Institución Educativa Técnica Acuícola Sagrado Corazón de Jesús.
Alberto Montes Madera – Rector de la Institución Educativa Técnica en Informática Aníbal José Noguera Mendoza.
Roberto Salas Mendoza – Rector de la Institución Educativa Técnica en Agropecuaria Erasmo Donado Llanos.
Wilson Cabeza – Gestor Cultural, investigador y constructor de paz.
William López Rosas – Ex Director del Museo Nacional de Colombia y Facilitador de la Maestría de Museología y Gestión del Patrimonio de la Universidad Nacional de Colombia.
Todos ellos fueron gestores y facilitadores de la llegada del -MIM- El Mochuelo al Centro de Integración Ciudadana (CIC) del barrio Nuevo Horizonte, en Zambrano, Bolívar, Montes de María.
“Las alas del Mochuelo se alzan, pero, recordaremos a Zambrano con ternura por la anidada que nos dio”.
Por : Laury Cantillo. Mochuela Cantora y Comunicadora Social / Unidad de Comunicaciones Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21 (CCCMMaL21).
Conmemoración del 25º Aniversario de la Masacre de Capaca, Campo Alegre, El Bongal y el Delirio
Zambrano en un párrafo
En Zambrano, un municipio de Bolívar, el primer barrio que te recibe es La Paz, un nombre irónico, pues este es fruto del desplazamiento forzado por el conflicto armado Colombiano. Luego, como en todo municipio de la costa, el solazo y el fogaje se hacen presentes y prenden desde la mañana hasta que bajan en la tarde. Al bajarte, atacan los mosquitos, quienes no tienen clemencia con nadie. Quizás, por eso el árbol que se puede encontrar en 4 de cada 5 terrazas zambraneras es el Neem, que se usa como insecticida natural. Pero, por último, y lo que te hace olvidar lo demás, es que te acoge su gente con una sonrisa de oreja a oreja y con los brazos abiertos, a pesar del calor. Zambraneros que han nacido en este territorio o que se han hecho zambraneros por las circunstancias, pues, esta tierra y su gente te da la bienvenida con humildad y por eso ha sido el refugio de muchos sobrevivientes a la violencia de los Montes de María.
25 años de dolor y memoria
Sin embargo, la alegría de hoy contrasta con el dolor del pasado. Hace 25 años, Zambrano fue testigo y acogió a la mayoría de sobrevivientes de una de las masacres más invisibilizadas en los Montes de María que desplazó a un aproximado de 23 familias o más, nos cuentan los sobrevivientes: la masacre de las veredas Capaca, Campo Alegre, El Delirio y El Bongal. Además, los habitantes de este municipio aseguran que en los días siguientes a la masacre se podía encontrar al menos dos personas asesinadas en las calles zambraneras o por la vía a El Carmen de Bolívar. Quizás por eso cuando preguntas a los locales sobre el número de víctimas, las respuestas varían mucho. Algunos dicen que fueron once, otros que quince y otros que dieciocho o incluso aseguran que hubo personas que fueron desaparecidas en ese suceso, por eso para David Noguera, un joven presente en el evento, esta cifra es una cifra “entre comillas”. Aun así, en el registro único de víctimas se contabilizan 11 víctimas fatales, las noticias aseguran que fueron 12, pero la comunidad y sus familiares confirman que fueron 18 entre asesinados y desaparecidos.
Por eso, cada 16 de agosto, bajo el Acuerdo Municipal 008 de 2009, que estipula que cada año la municipalidad debe rendir homenaje a la memoria de las víctimas de este doloroso hecho, se lleva a cabo la conmemoración. Según Doris Tejada Rodríguez, enlace de la Mesa de Víctimas Municipal de Zambrano, “este es el único acuerdo municipal que institucionaliza el Día de las Víctimas a nivel nacional. Zambrano tiene su propio Día de las Víctimas del conflicto armado, aprobado por el Consejo Municipal”.
Este año no fue la excepción y los pobladores se dieron cita a las 8 de la mañana en las letras enormes que avisan a los forasteros que están pisando Zambrano. Bajo el tremendo sol bolivarense, comenzó la conmemoración con una caminata encabezada por la banda de paz de los colegios Erasmo Donado Llanos y el colegio Técnico en informática Aníbal Noguera Mendoza, seguida por los sobrevivientes, algunos cargando fotografías de sus seres queridos con mensajes “Tus familiares y amigos recuerdan la felicidad y la sonrisa que tenías al ver el campo y la naturaleza que el conflicto nos quitó”, dice un cartel con una foto en blanco y negro de María Bolaño Causado, una de las 18 víctimas. Otros portan pancartas de protesta: “Los moradores de La Esperanza, conocida como Capaca, Bongal, El Delirio y Campo Alegre, queremos la reparación por justicia y paz del Tribunal Superior del Distrito Judicial para la Paz” y “Los sobrevivientes de la masacre de Capaca y las comunidades queremos la reparación colectiva, sujeto colectiva, familiar e individual”. Estas palabras están plasmadas en las pancartas sostenidas por una mujer y un abuelo que caminan con la vista perdida.
Foto tomada por: Fabian AlvaresFoto tomada por: Fabian AlvaresFotos de archivos alcaldía de zambrano
Mientras caminas por las calles de Zambrano, algunas destapadas, otras son barriales y otras enmendadas con cemento, te encuentras con rostros que reflejan el paso del tiempo. La mayoría están envejecidos, con un mar de canas y algunas manchas, quizás fruto de la constante exposición al sol. También hay rostros más jóvenes con el asomo de las primeras arrugas. Sin embargo, ves también rostros infantiles, casi impolutos, que a primera vista no parecen haber vivido o visto nada grave aún. Cada uno de estos rostros lleva su respectiva sonrisa, a pesar de su pasado lleno de dolor. Un dolor que persiste en sus ojos: en las madres que aún esperan a sus hijos, en los hijos que nunca volvieron a sentir los brazos de sus padres, en los hermanos que nunca volvieron a jugar juntos, en las amigas que nunca volvieron a contarse secretos, y en las mujeres que nunca volvieron a besar a sus esposos. Incluso en los niños, quienes a pesar de no comprender aún la barbarie vivida por sus padres y abuelos, reflejan algo así como un dolor heredado en sus miradas.
Foto tomada por: Fabian Alvares
Bajo las alas de El Mochuelo
El sonido de tambores, platillos, liras y trompetas se escucha cada vez más cerca al Centro de Integración Ciudadana Nuevo Horizonte, el lugar destinado para la conmemoración. Esta cancha, algo desgastada por el tiempo, no solo es el escenario para la conmemoración de los 25 años de la masacre de Capaca, sino que también ha sido el nido del MIM El Mochuelo en su décimo vuelo en Zambrano. Durante 10 meses, El Mochuelo se ha resguardado aquí, y en este 16 de agosto extendió sus alas a los sobrevivientes, dándoles la bienvenida a su nido.“En su décima itinerancia, el Mochuelo nos brinda la oportunidad de que nuestras memorias se vean representadas. Desde el inicio, decíamos que no veíamos a Capaca porque ha sido una de las masacres más invisibilizadas de los Montes de María. Hoy, el Mochuelo está logrando que esta masacre sea conocida no solo en Zambrano o en los Montes de María sino también a nivel nacional e internacional, la verdad es que le damos las gracias a este Mochuelo porque nos ha apoyado muchísimo en procesos de construcción de memoria y tejido social en el territorio” nos comenta Doris Tejada, lidereza y enlace municipal de víctimas.
El alcalde del municipio de Zambrano Gabriel Murillo Argel también agradeció el acompañamiento y la colaboración del Vuelo de El Mochuelo este día de la conmemoración y espera contar con su canto en el futuro “El Mochuelo ha despertado la cultura y ha ayudado mucho a los jóvenes a interesarse en la fotografía y el cine”
Foto tomada por: Fabian Alvares
Todo Montes de María sostiene el Dolor de zambrano
Las bandas de paz entran en la cancha, seguida de los sobrevivientes quienes se percatan de que ya hay personas esperando en el lugar. Al verse, comienzan a abrazarse y a saludarse con alegría, tal vez después de mucho tiempo. ya que algunos asistentes vienen desde El Carmen de Bolívar y de otras partes de los Montes de María: “¡Ah, mija, menos mal viniste!” se escucha seguido de un cálido abrazo. También se intercambiaban preguntas como “¿Dónde estás viviendo ahora?” y “¿Cómo está la situación por allá?”, pues los sobrevivientes no solo huyeron a Zambrano; algunos tuvieron que irse aún más lejos.
Además, al evento asistieron sobrevivientes de otras masacres con la motivación de acompañar y abrazar a Zambrano en su dolor, provenientes de lugares como del corregimiento de Las Palmas en San Jacinto, o incluso de El Salado. “Yo vengo de El Salado, Bolívar, donde la situación fue muy crítica, pero ya estamos retornando. Estoy aquí porque considero que recordar estos eventos nos ayudará a colaborar con la no repetición,” asegura una de las asistentes al evento.
Se van acomodando en las sillas de plástico dispuestas para el evento, frente al altar erigido en honor a las víctimas. En letras enormes y azules se lee: “Uno se muere cuando lo olvidan”, rodeado de mensajes de aliento y reflexión para las víctimas y sobrevivientes. “Los recuerdos viven en nuestra memoria por siempre” y “Las víctimas de Capaca están presentes en nuestros corazones” son algunas de las palabras plasmadas en el enorme cartel, rodeado de flores blancas. El cartel está adornado además con un tocado de flores naturales una velas en color amarillo, rojo y verde; y una cruz, símbolo de sacrificio y esperanza.
Foto tomada por: Fabian Alvares
Las bandas escolares se detienen por un momento para acomodar los instrumentos, secarse el sudor y tomar un trago de agua. Mientras tanto, los invitados especiales se sientan en la mesa principal, de igual manera adornada con flores. Esta mesa está conformada por Delegados de la Gobernación de Bolívar, el alcalde de Zambrano, Gabriel Murillo Argel; la Primera Gestora Social del municipio de Zambrano, Esthefany Aragón; el Secretario de Paz, Víctimas y Reconciliación, Iván Sanes; la coordinadora de la Mesa de Víctimas, Rosina Martínez; el profesor e investigador Jaime Santamaría, representante de la Unidad de Restitución de Tierras; el director de la ESE Germán Martínez; y Aura Camargo Mercado, representante del Consejo Nacional de Memoria Histórica,
“Zambrano va a sembrar en toda la avenida el árbol de la memoria, con tejidos de la vida. Los hijos de Zambrano merecen vivir en paz y cultivar su tierra libre de violencia,” dice con firmeza la señora Carmen Ordoñes, lideresa del municipio antes de ser interrumpida por el presentador del evento, quien se dispone a explicar detalladamente la razón del evento y el cronograma del día.
Se inicia la conmemoración
“Zambrano, 16 de agosto de 2024. Sean todas y todos bienvenidos a los actos de conmemoración del 25 aniversario de las masacres de las veredas Capaca, Campo Alegre, El Delirio y El Bongal en el municipio de Zambrano, Bolívar, ubicado en la margen izquierda del río Grande de la Magdalena, en los Montes de María. Este acto, que se ha denominado ‘Resistencia, Justicia, Reconciliación y Paz’, ha sido preparado conjuntamente por la Alcaldía Municipal, con el apoyo del Consejo Nacional de Memoria Histórica, la Organización de Víctimas, la Mesa de Víctimas y familiares de sobrevivientes, así como por organizaciones sociales comunitarias, mujeres campesinas, culturales y, especialmente, los colectivos de niños, niñas y jóvenes de Zambrano que vienen acompañando los procesos de construcción de una cultura de paz. Igualmente, contamos con la colaboración del MIM El Mochuelo que anima la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21. Este acto se realiza en honor a las víctimas. Buenos días nuevamente y sean todos bienvenidos.”
Como en todo acto, se abre con los respectivos himnos. Todos de pie y con la mano derecha en el corazón, primero se entona el himno nacional de Colombia, interpretado por la Banda de Paz del Colegio Erasmo Donado Llanos, y luego el himno de Zambrano, interpretado por la Banda Marcial del Colegio Aníbal Correa Mendoza.
“Oh Zambrano, Zambrano querido, Sois fuente de un riego ideal, de ambiente amoroso y tranquilo, sincero, pujante y sin par. Eres patria para todos iguales, tierra hermosa para trabajar, bonanza que busca tus lares con afecto y completa lealtad. Oh Zambrano, mi pueblo querido, por eso te amo y te quiero, por tanto yo nunca te olvido, sois luz, mi vida, mi pueblo.”
Estas palabras retumban con fuerza y se cantan con orgullo. Es evidente que el himno describe de manera idónea lo que Zambrano representa para su gente.
Luego, como dice el presentador, “como debe ser en todo acto,” se inicia con una oración encomendando el evento a Dios. Esta oración es ofrecida por el presbítero Leonardo Rodríguez, párroco de la parroquia de San Sebastián de Zambrano.
«Leyendo esta frase que tengo aquí frente a mí —’El amor es más fuerte que la violencia’— resume el sentido de la vida cristiana. El amor vence al odio; el amor vence al odio. No podemos triunfar sino con la fuerza del amor. El amor edifica, construye, une; mientras que el odio y la violencia desintegran, dispersan y matan. Por eso, Cristo muere en la cruz, no como un fracaso, sino para darnos un signo de esperanza. Él muere pero resucita, y la resurrección simboliza la capacidad del ser humano para levantarse en medio del fracaso. Esta capacidad, que llamamos resiliencia, desde la fe la llamamos esperanza. Si hay fe, hay esperanza. Lo último que podemos perder es la esperanza.» fueron las palabras de apertura del párroco seguido de un padre nuestro para luego bendecir a todos los presentes y terminar la oración.
Foto tomada por: Fabian Alvares
“Ustedes disculpen, ya llevamos un rato de pie, pero para el siguiente punto les agradecemos nuevamente que se coloquen en pie. Vamos a hacer un minuto de silencio en conmemoración a nuestras víctimas. Este momento será precedido por el licenciado Ramsés Hadechine.” dice el presentador y comienza a sonar la trompeta.
Luego del minuto de silencio se continúa con la lectura del acuerdo que permite y avala esta conmemoración “La memoria es un derecho de las comunidades y un deber del Estado, y es fundamental para garantizar la no repetición y la construcción de paz. A continuación, se realizará la lectura del Acuerdo 008 de 2009, a cargo del representante del Consejo Municipal.”
El alcalde de Zambrano, Gabriel Murillo Argel, tomó la palabra para dar la bienvenida y agradeció a los presentes mencionando uno por uno a los invitados y colaboradores que hicieron posible la realización del evento.
A continuación, ofreció unas palabras para las víctimas:
“Hoy estamos reunidos para recordar uno de los sucesos más trágicos de nuestra historia: la masacre de Capaca, ocurrida el 16 de agosto de 1999. Hace 25 años, nuestra comunidad fue golpeada por la violencia y el terror cuando paramilitares del Bloque Montes de María arrebataron la vida de 18 de nuestros seres queridos. Este acto de barbarie no solo dejó un vacío en los corazones de los familiares afectados, sino que también marcó un antes y un después en nuestra comunidad. Hoy, honramos la memoria de aquellos que perdieron la vida y reafirmamos nuestro compromiso con la paz y la justicia. Es fundamental que recordemos estos hechos, no solo para rendir homenaje a las víctimas, sino también para recordar nuestro pasado y construir un futuro donde la violencia no tenga cabida.”
El alcalde también aseguró que la alcaldía está haciendo todo lo posible, junto con los enlaces correspondientes, para ofrecer el acompañamiento idóneo para el retorno de las víctimas a sus tierras, asegurando que este retorno sea productivo para ellos.
Tomó el micrófono el representante de la Gobernación de Bolívar, el Secretario de Paz, Víctimas y Reconciliación, Iván Sanes. Él reconoció y exaltó la resiliencia de las víctimas y los sobrevivientes, e hizo un llamado a continuar trabajando en la construcción de una cultura de paz para asegurar la no repetición.
Recordó que “entre el 25 % y el 30% de la población en Bolívar ha sido golpeada por la violencia,” lo que representa un gran reto para la gobernación. En este sentido, destacó que la administración pública no solo debe honrar la memoria de las víctimas, sino también dignificarlas y trabajar para mejorar la calidad de vida de cada una de ellas.
Uno de los sobrevivientes y representante de las víctimas de la masacre se acerca al atril, el señor Luis España y ofreció un discurso breve pero contundente: “Se le agradece a todas las instituciones que están aquí conmemorando los 25 años. Queremos recordar a aquellos que no están con nosotros, desde la vereda Capaca, Bongal, El Delirio, Campo Alegre, y toda la región de los Montes de María. Queremos la paz y deseamos que la reconciliación llegue con un buen acompañamiento del Estado.”
La violencia inevitablemente ligada a la lucha por la tierra
La coordinadora de la Mesa de Víctimas Municipal, Rosina Martínez Ochoa, ofreció un poderoso discurso en el que nos dió una clase de historia, resaltando lo que fue Zambrano en su mejor momento:
“Buenos días a todos, todas y todes. Quiero darle las gracias a Dios por permitirnos reunirnos aquí para recordar y conmemorar a las víctimas de Capaca, una fecha en la cual la historia de Zambrano se dividió en dos. En su momento de esplendor, el municipio de Zambrano era un lugar próspero, la puerta del desarrollo de la región y de la sabana Sucreña. Por su situación geográfica, nuestro bello municipio fue un puerto importante a orillas del río Magdalena. La mayor fuente de la economía era la pesca, la ganadería y la agricultura, con fines industriales y de exportación. Zambrano tuvo grandes fuentes de economía, abrió las puertas al ganado cebú en nuestro país y se destacó en la ganadería, así como en el cultivo de algodón y tabaco. Fue pionero en telegrafía, con una planta de hielo, una termoeléctrica, una planta eléctrica regional y muchas otras industrias.”
También nos recordó el origen y el desarrollo de los problemas en el municipio:
“En los años 90, con la llegada de empresas multinacionales y grandes inversionistas, se produjo un cambio significativo en el uso del suelo en Zambrano. Este cambio transformó el mapa del municipio, introdujo nuevas formas de vinculación laboral y trajo restricciones para los campesinos, afectando la circulación por caminos reales y veredales, y el uso de pozos e incluso del manglar. Entre 1994 y 1996, comenzaron a surgir asesinatos selectivos, amenazas y muertes de líderes políticos y campesinos. La vida en el campo se mantuvo relativamente estable hasta el fatídico 16 de agosto de 1999, cuando nos despertamos con la terrible noticia de la masacre. Pero la violencia no terminó allí; durante muchos años, continuó de manera sistematizada.”
Estas palabras nos invitan a reflexionar profundamente sobre la relación entre la violencia en los Montes de María y la tierra convertida en propiedad privada. Jaime Santamaría profesor y representante de la Unidad de Restitución de Tierras afirma que: “La violencia aquí no fue gratuita; hay que analizarla en el contexto del problema de la tierra. Esta violencia está ligada a una memoria prolongada desde las luchas campesinas, donde los campesinos se organizaban para recuperar los predios que habían sido arrebatados y ocupados por grandes terratenientes.”
Este es uno de los temas que los sobrevivientes insisten en reclamar a las instituciones y al gobierno actual. La demanda es clara: “Queremos la restitución de tierras, la devolución de las tierras despojadas o abandonadas, y garantías de retorno o reubicación en situaciones de desplazamiento. -23 familias de la vereda La Esperanza sin vivienda-”es lo que se puede leer en uno de los carteles que se alzan durante esta conmemoración.
De hecho, una de las madres sobrevivientes de la masacre compartió su experiencia: “Nos sacaron de allí y solo nos dieron 24 horas para salir. Mientras estábamos buscando refugio, nos enteramos de que nuestra casa y parcela estaban siendo vendidas. Esto ya ha pasado dos veces, y eso me ha impedido retornar.”
A micrófono abierto
Llegó el momento del micrófono abierto y enseguida se vio una mano alzada. Era Soraya Bayuelo, quien ha estado comprometida con la preservación de la memoria histórica de los Montes de María a través del MIM El Mochuelo.
“Primero que todo, buenos días y un abrazo solidario a todos los familiares y a las organizaciones de víctimas de la comunidad de Zambrano. Sabemos que, en algunas investigaciones, el número de víctimas ha variado entre 11, 16 y finalmente 18. Pero es nuestra responsabilidad decir con nombre y apellido quiénes fueron las personas que cayeron en Capaca, en El Delirio, en El Bongal y en Campo Alegre, y en todo Zambrano. Por eso, El mochuelo con su investigación se ha comprometido a no dejar morir la memoria y a honrar cada nombre en su árbol de la vida, sobre todo porque eran jóvenes, casi toda una generación.”
Soraya Bayuelo, también, realizó la entrega simbólica del libro de los y las ausentes, que viaja siempre con El Mochuelo y que contiene los nombres de aquellos que ha dejado el conflicto en los Montes de María, por ahora este libro contiene al menos 3850 nombres. El libro fue entregado al Secretario de Paz, Víctimas y Reconciliación, Iván Sanes, para que se tenga en cuenta a cada uno de ellos y que sus recuerdos sean una semilla que ayude a nutrir y fortalecer la paz en el territorio.
Foto tomada por: Fabian Alvares
Además, se entregaron tres libros que recopilan y explican toda la razón de ser del Museo Itinerante de la Memoria en los Montes de María, El Mochuelo. Estos libros fueron obsequiados al Secretario Iván Sanes, a la Alcaldía de Zambrano y a la comunidad de Zambrano, así como a las víctimas y sobrevivientes.Foto tomada por: Fabian Alvares
Foto tomada por: Fabian Alvares
Y, por último, como es costumbre, Soraya entonó una canción, creyendo firmemente que la música actúa como una «curita para el alma». Con voz cargada de emoción, cantó:
“Montes de María es la tierra que nos cría, Cultiva mi confianza, la semilla es la esperanza.”
La melodía, llena de sentimiento y esperanza, resonó en el ambiente, ofreciendo un consuelo simbólico y un recordatorio de la resiliencia y la esperanza que pervive en la comunidad.
Foto tomada por: Fabian Alvares
Se vio a una mujer vestida de blanco, con el cabello hermosamente trenzado y piel morena. Con paso firme, caminó al frente y agarró el micrófono:
“Buenos días a todos, gracias por venir y todos los representantes de la Gobernación de Bolívar. Me alegra el acompañamiento que nos están haciendo a todas las víctimas. De una u otra forma, en el municipio de Zambrano todos fuimos víctimas. Puedo hablar por el colectivo de la Cruz Roja. Hace 25 años, siendo una adolescente y una joven activista, lo puedo decir junto al profesor Wilson Cabeza. Hágame el favor, claro que sí, es duro decirlo, pero le doy reconocimiento hoy, después de 25 años.
Señora Lucinda, venga, señora Lucinda.» -Se acercó una mujer mayor, encorvadita por el peso de la edad, pero con pasos fuertes. “Éramos el grupo de socorro de la Cruz Roja. La voz nos llegó a las 4 o 5 de la mañana. Salimos todos para la Cruz Roja, y lo único que se nos vino a la mente fue esta mujer—» señala a Lucinda a su lado—»que era socorrista, que era del equipo de nosotros. El profesor Wilson era el director de la Cruz Roja en esa época, de doctrina y protección, lo que nos costó a nosotros ser víctimas después. Por eso es que nosotros también fuimos víctimas de Capaca. Fuimos a recoger esos muertos y pensábamos solo en Lucinda, llorábamos por Lucinda, porque pensábamos que una de las muertas era ella. El profesor Wilson, junto a un compañero que hoy está en Cartagena, salieron en la ambulancia con varios de ellos, con el señor España, a recoger a sus familias y traerlas aquí, a los que ya tocaba.En cabeza del profesor Wilson que decía: ‘Vamos a tal parte, vamos a tal sitio, vamos a buscar a fulano.’ Había niños llorando en el campo, había mujeres huérfanas, y para nosotros fue un pesar, a través de doctrina y protección, buscamos todo lo necesario para traer a todos esos refugiados, buscar carros, hablar con alcaldes y gobernadores, tocar puertas.
Hoy en día, profe, a usted no se le ha reconocido nada porque nosotros éramos líderes resistentes, y nos atropellaron, y no nos han reconocido. Recuerdo después cuando vimos a los niños caídos con minas antipersonales en Capaca. Y, ¡miercoles!, ¿cómo vamos a recoger? El señor España estaba allá metido, y ya todo el mundo se había ido, y solo quedaba ese campo lleno de monte. Le pido al Estado, hoy, en nombre de todas las víctimas del municipio de Zambrano, Bolívar, que se declare el ordenamiento territorial, señor alcalde, que ya son muchos años, y hay que devolverle la tierra a nuestros campesinos. Hay que devolverles la vida en el campo, porque si hoy les das 100 mil pesos, eso no alcanza ni para 10 minutos, no alcanza ni para una sola comida, no alcanza.
Hoy no es solo recordar; hoy decimos que fueron héroes, porque pusieron su gota de sudor para que todos sobreviviéramos. Los héroes fueron esas víctimas que, lastimosamente, entregaron su alma, su pecho. ¿Y qué pasa? No hay un centro de salud, no hay un centro de educación para secundaria, no hay un centro de reconciliación para todos, donde ellos sigan trabajando con su proceso en Capaca. Lo sé porque a mí me tocó poner el pecho para llevar medicamentos, y la gente me jalaba, me decía: ‘¡Cuidado, cuidado! No vayas a hablar.’ Y el señor España: ‘Relájate, relájate.’ Porque todo el mundo temía por mi vida. Pero yo, aguerridamente, decía: ‘Voy por Capaca.’ Y el señor Wilson me decía: ‘Vamos por Capaca.’Hoy me da alegría, porque todos los que están aquí le han dado nueva vida a Capaca. ¡Gracias! ¡Gracias, miles de gracias! Hoy, 25 años después, volvieron a su territorio, están apropiados de su territorio, ¡es suyo! No se lo dejen quitar jamás. Vuelvan a sus tierras nuevamente, porque ustedes lo merecen. Eso es de ustedes, porque hoy las víctimas piden que se les devuelvan nuevamente sus tierras. Hoy las víctimas piden la reparación, individual, colectiva y familiar, después de tanto tiempo. A mí me dicen que por qué soy tan problemática, pero es que yo pido la verdad y los derechos humanos. Y aquellas mujeres que han sido víctimas de abuso sexual y de secuestro, por favor hablen. Que la JEP, señora Soraya, este documento se va para la JEP. Señor alcalde, este documento hay que llevarlo a la JEP. Porque no solo fueron 8, ni 10, ni 20; fueron más de 100 víctimas en el territorio completo, zona rural. Y todavía hay desaparecidos. Hay niños desaparecidos, hay jóvenes desaparecidos, y hoy hay mujeres desaparecidas aún. Entiendo que no han hablado por temor, pero hay que trabajar esa parte social en nuestro territorio.
Hoy les dedico una oración a todas esas víctimas. ¡Gracias, gracias! Porque nos lo han dado todo. A pesar de que ya no están, siempre han estado con nosotros en nuestra memoria. A ustedes, sigan trabajando, sigan luchando, porque el territorio es de ustedes. Hagan que Capaca vuelva a crecer, porque sin la zona rural, Zambrano no es nada. ¡Zambrano es la zona rural! ¡Muchas gracias!”
Mientras esta mujer, que no mencionó su nombre, pronunciaba esas poderosas palabras, se oían narices sorbiendo. Los hombres contenían las lágrimas, y las mujeres sostenían pañuelos en sus manos y al terminar se escucharon los aplausos
Los jóvenes y los niños como guardianes de la memoria
Foto tomada por: Fabian Alvares
La juventud y la infancia también tuvieron su momento en este evento, gracias al Colegio Erasmo Donado Llanos. Los jóvenes de esta institución presentaron tres actos en honor a las víctimas de Capaca. Un acto simbólico llamado «La educación abraza a las víctimas». El profesor Wilson destacó que, desde el año 2000, la institución ha apostado por la construcción de memoria y paz, en el marco de su programa de educación para la paz, el cual se ha implementado como política pública en el currículo de la institución. Una de sus estrategias es precisamente «La educación abraza la paz».
“Hoy, en la conmemoración de estos 25 años de la masacre, que en su momento no fue tan visibilizada por los medios de comunicación, queremos mostrarles desde la academia tres actos simbólicos. El primero tiene que ver con una tamborada; son niños que hacen parte de la banda de paz, y el elemento esencial de la simbología es el tambor. El segundo es una presentación simbólica, donde ellos tienen al frente unos ladrillos que representan a cada una de las personas que fueron asesinadas. Quiero resaltar que fueron 18, pero que se debe hacer otra clase de investigación porque, oficialmente, aparece a nivel nacional y en el acuerdo solo aparecen 11. Quiero aprovechar para hablar de ese tema, porque no estamos diciendo la verdad, tal vez por alguna equivocación de la época. Entonces, los invito a que se reconstruya la investigación, porque son 18 según la historia. El último acto son unas carteleras hechas por los estudiantes desde la estrategia «La educación abraza a las víctimas». Quiero decirles que, para nosotros, este espacio es muy importante, porque estos actos son el resultado de un proceso de reconstrucción del tejido social” presentó el profesor Wilson.
Por problemas técnicos, lo que debió ser el primer acto se convirtió en el último. Sin embargo, la conmemoración siguió adelante, y los jóvenes lo manejaron con admirable destreza.
El segundo acto estuvo marcado por el sonido de una guitarra, tocada por un joven de noveno grado, quien es cantautor y compuso una canción especialmente para este acto simbólico llamada “ por la paz”. Lo acompañaron los mellitos, que ayudaron a cantar la letra en las notas altas. Mientras la melodía resonaba en toda la cancha, las voces entonaban:
«Hablemos de los problemas que hay, dejemos atrás la indiferencia. Olvidemos todos esos problemas y digamos sí a la paz. Miremos todas esas familias desamparadas, sin amor; demostremosles cariño, démosles amor. Digamos sí a la paz, por favor, sí a la paz. Digamos sí a la paz, por favor, sí a la paz.»
Foto tomada por: Fabian Alvares
Mientras la canción sonaba, con algunos problemas de audio, 18 estudiantes caminaban lentamente, cada uno sosteniendo una hoja con el nombre de una víctima. Colocaron esas hojas sobre los ladrillos pintados de azul, color que simboliza la esperanza. Luego, encendieron velas junto a cada nombre, los nombres de aquellos que ya no están, pero que hoy se recuerdan.
Los mensajes, por sí solos, hablaban. En el tercer acto, los jóvenes caminaron al frente con carteles llenos de color, pero sobre todo, de esperanza. Cada paso resonaba como un eco en la cancha, mientras sostenían en alto sus creaciones. Uno de los carteles, decorado con manos en amarillo, azul y rojo, proclamaba con firmeza: «Que no exista más violencia, vivamos la paz». Una frase simple, pero poderosa.
Otro cartel, quizá más sutil pero no menos impactante, mostraba un corazón rodeado por unos brazos. Era como si ese dibujo quisiera decir que, en medio de tanto dolor, el afecto y la unidad eran los puentes hacia la sanación.
Finalmente, un tercer cartel resaltaba entre los demás. Las frases «La educación abraza a la paz» y «Con las víctimas del conflicto» emergen como un compromiso ineludible de la comunidad educativa. No solo se trataba de recordar a las víctimas, sino de abrazarlas desde la memoria colectiva, desde la promesa de un futuro donde la paz no sea un concepto lejano, sino una realidad cotidiana.
Foto tomada por: Fabian AlvaresFotos de archivos alcaldía de zambrano
Y por último, aunque debió ser el primer acto, resonaron las trompetas. Un sonido potente que marcaba el inicio de lo que sería una tamborada memorable. Los tambores siguieron el compás, acompañados por el estruendo de los platillos. Los jóvenes en formación, comenzaron su actuación: tambores al frente, platillos en el centro, trompetas al fondo y bombos a los lados. Era un espectáculo que atrapaba a todos, pero lo que más impresionaba no era la música en sí, sino quiénes la tocaban. Eran niños, pero que ejecutaban cada golpe con precisión.
Uno de ellos destacaba. Su oído parecía tan agudo que cuando algún compañero se desviaba del ritmo, él lo corregía sin dudar. Detenía su propio tambor por un instante, le mostraba el compás correcto, y el otro niño volvía a integrarse a la melodía sin perder el paso. Esa habilidad, en alguien tan joven, es un testimonio vivo del poder de la música y de la dedicación que habían puesto en ese acto.
Cuando llegó el momento final, aquel niño, líder silencioso de la tamborada, se dio la vuelta y señaló el cierre. Un gesto sutil que fue seguido por un silencio expectante, roto finalmente por el aplauso de los espectadores. En ese instante, no solo aplaudían la actuación, sino también la fuerza y el talento de una nueva generación que, con cada golpe de tambor, declaraba su derecho a la paz y a la vida.
Estos actos, sin embargo, trascienden más allá de los carteles, de las velas y los colores. Su significado profundo radicaba en que la mayoría de las víctimas de la masacre eran jóvenes. «Aquí asesinaron a casi toda una generación,» nos comentó luego uno de los asistentes, recordando con tristeza cómo la violencia se llevó por delante a quienes representaban el futuro de la comunidad. En ese contexto, ver a estos jóvenes alzando sus mensajes de paz y esperanza, se convertía en un acto de resistencia, de resurgimiento. Era una declaración de que la vida, pese a todo, continúa, y que ellos están aquí para construir lo que otros a lamentablemente no se les permitió.
Cada cartel, cada palabra, cada vela, cada melodía, era un grito silencioso pero firme. Un llamado a la reflexión y una promesa de que la violencia no volverá a tener lugar. Este acto, tan lleno de simbolismo y creatividad, se erige como un testimonio del poder transformador de la educación y de la importancia de mantener viva la memoria.
«A continuación,» anuncia el presentador, «vamos a presenciar el acto simbólico de las mujeres de la Asociación ASOMUZA.»
Desde atrás del mochuelo, los tambores de los jóvenes resonaron de nuevo, marcando el regreso de un momento cargado de simbolismo. A un lado, un grupo de niñas vestidas de blanco, con una flor blanca en las manos, acompañaba a seis mujeres que portaban velos de diferentes colores: negro, blanco, morado, rojo y verde. Estas mujeres avanzaron lentamente, rodeando la mesa de invitados, desfilando hasta el atril.
De repente, una de las mujeres, con un grito que se asemejaba a un lamento profundo, sorprendió a todos. Se acercó al micrófono, retiró su velo negro, y reveló un rostro marcado por el tiempo: amable, con ojos claros detras de unos lentes y cabello canoso. Su voz, cargada de emoción, resonó con fuerza:
Foto tomada por: Fabian Alvares
«La guerra nos separó, pero hoy el perdón nos une. Este velo negro, ayúdenos a cargarlo. Ayúdenos a cargar este dolor que hemos llevado durante tanto tiempo. Ya no podemos más. Cambiamos la vida por la muerte. Cambiamos la vida por la muerte; qué horrible suena, ¿verdad? Pero esa es la realidad. Nosotras, madres de Zambrano, de Bolívar, estamos consternadas en el dolor ante la barbarie, ante la arrogancia de quienes portan las armas y trafican con la libertad y la dignidad de las personas. Ante la desaparición de nuestros hijos e hijas, ante la pérdida despiadada, hemos decidido dar un paso más allá de la denuncia y la búsqueda. Como portadoras de vida, salimos en defensa de la vida, como víctimas y como madres. Hace tiempo rompimos el silencio y salimos a las calles para hacer público nuestro inmenso dolor de no poder mirar los ojos de nuestros hijos e hijas. La denuncia y la búsqueda de nuestros seres queridos nos han llevado a acudir a las fuerzas simbólicas de la representación. Por eso, durante estos últimos años, decidimos trascender los atrios de las iglesias: San Sebastián, La Candelaria, Plato, El Carmen de Bolívar, y la Virgen de La Candelaria en Medellín. A través de la Ruta Pacífica, hemos viajado por todos los pueblos y ciudades, buscando a otras mujeres, recorriendo gran parte de la Colombia que tanto amamos.» se detuvo un momento para ver a los presentes y continuó “No queremos excluir a nadie; por el contrario, buscamos una fuerza vital con un valor simbólico que contenga la fuerza de las madres para terminar la guerra.”
Señalando el velo que portaba su compañera “¡Miren cómo está ese velo!” La mujer que llevaba el velo rojo lo movía de arriba a abajo. “Eso es sangre que no solo corrió en Capaca, sino también en Zambrano, Bolívar, donde fueron más de 100. En esos momentos, las mujeres sufrimos, pero lo hacíamos en silencio, por el temor, el miedo y el dolor. El señalamiento de los mismos zambraneros condenó a muchos a una muerte inocente. Hoy, 16 de agosto, se cumplen 25 años. Yo, esta mujer lideresa desde hace mucho tiempo, he aprendido a caminar en medio del dolor y a pisarlo. No soy solo una líder aquí; soy líder de las lideresas. Zambrano necesita mujeres que trabajen por la paz, para caminar por este territorio que tanto nos marcó, y es que estamos marcadas,sacerdote, estamos marcadas, tenemos las secuelas vivas por dentro, aunque no lloran. Por eso vengo con velo negro, porque el dolor es mucho; con velo morado, por mi duelo; con velo verde, porque anhelo la prosperidad; y con velo blanco, que tanto amamos, pero un blanco que sea puro, intachable e inmanchaable, como queremos a la paz, a Colombia y a este pueblo que tanto lo necesita.”
Foto tomada por: Fabian Alvares
Terminó su discurso y comenzó a cantar, con una voz melancólica, ronca, pero dulce, una voz que se nota que ha caminado mucho, que ha trajinado mucho y que busca descanso en los oídos de otros, para sentir paz:
«A veces son tan duras las pruebas de esta vida, que pienso, por momentos, que sería mejor morir. Pero recapacito y me doy cuenta de que ando por un desierto, y que en cada momento debo seguir, sea poco o sea mucho. El camino que me falta, yo seguiré adelante hasta que, un día triunfante, esté allí frente a ti. Llevo la esperanza de que, al final de mi carrera, veré tu rostro santo, y enjugarás mi llanto; ya no habrá más sufrir.»
Un diálogo con la música
Luego de todos los actos, palabras, simbolismos, canciones, conmemoraciones, oraciones y llamados a la paz, la Universidad de Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, representada por el cuarteto Unibac, nos deleitó a los presentes con tres piezas de su repertorio con trompeta, bombardino, trombón y corno entonaron lo me pareció un pasodoble y una marcha.
También nos acompañó el ensamble del proyecto del Segundo Encuentro de Trompetistas, «Un Si Bemol por Bolívar», en el que se resaltó la participación de los integrantes de los semilleros del municipio de San Juan, así como de la Escuela de Música de la Casa de la Cultura de Zambrano y del semillero de Unibac de Cartagena. Todos ellos estuvieron dirigidos por el maestro «Rafarere» , como nos dijo de manera jocosa uno de los músicos que integraban el grupo, pero realmente el director se llama Rafael Oyaga.
Estos instrumentos de viento nos deleitaron con música que los zambraneros, y cualquier montemariano, hubieran reconocido así estuviera a diez cuadras, incluso con problemas de oído, especialmente los más viejos. Sonó el porro titulado “Roberto Ruiz”, una melodía que, según me contó la seño Beatri, se tocaba en cuanta fiesta había cuando ella era pequeña. Música típica de la región, que dio un poco de alegría en medio del dolor.
El maestro tomó el micrófono y anunció: «Vamos a interpretar una obra mía que hace alusión a todo lo que pasó «. Se trataba de un porro con un toque de danzón titulado “Resiliencia”, en el que, según explicó, la trompeta es la protagonista. A través de su sonido, se entona un lamento que me hizo pensar que a pesar del llanto y el dolor, podemos seguir adelante. Así como esta trompeta sigue tocando su melodía en medio de su dolor, nosotros también podemos continuar tocando la melodía de nuestra vida. Y, como dijo también la señora Beatriz, «el porro es un diálogo», y hoy estos talentosos músicos sostuvieron el diálogo más hermoso que he escuchado.
En el corazón de El Mochuelo
Luego de estas excelentes muestras de talento, los sobrevivientes retomaron sus carteles y las fotos de sus seres queridos, recorriendo con ellos el Mochuelo, donde se detuvieron especialmente en el centro. Aquí es donde se encuentra el árbol de la vida.
Soraya Bayuelo les da la bienvenida al corazón de el mochuelo “Hoy, el Mochuelo recibe a las familias de los sobrevivientes para darles un abrazo y reconocer a estos compañeros, que hoy son semillas de memoria para el territorio. Estos miles de hombres, mujeres, niños y niñas, no solo en Zambrano, sino en todo Montes de María, conformado por Bolívar y Sucre, encuentran en el Mochuelo un compromiso con la verdad”.
Por ello, Soraya también hace la aclaración: “El Centro Nacional de Memoria Histórica dice que fueron 56 masacres en los Montes de María, pero el Mochuelo investigó durante al menos 15 años. Muchos sobrevivientes narraron lo que deseaban poner en lo público, y se llegó a la cifra, pero la de 105 masacres en todo el territorio montemariano».
También nos recordó que “El Mochuelo reconoce que la memoria es importante, y que ellos siguen vivos porque los colocamos aquí. Ellos morirán el día que dejemos de nombrarlos. La guerra no sirve para nada; es una vergüenza pública”.
Luego, Soraya solicitó al padre una oración en conmemoración a las víctimas para cerrar esta parte de la ceremonia. El padre se colocó al frente para comenzar la oración mientras una de las niñas colocaba unas flores blancas en el árbol.
«La muerte no destruye el amor. Nosotros no dejamos de amar a nuestros seres queridos aunque hayan muerto. Por eso, vamos a hacer una oración para que nuestro Señor reciba el alma de nuestros seres queridos, y que brille para ellos la luz que no se apaga, la luz eterna y la luz infinita. Que Dios les conceda el descanso de la eternidad», fueron las palabras que ofreció el padre como cierre de esta maravillosa conmemoración.
Cuando todo estaba por terminar, el señor España le dijo a la señora Soraya que quería tomarse una foto con su hijo, señalando al árbol. La señora Soraya le respondió que sí, que podía tomarse la foto porque «este museo es de él y de todos». Así que el señor España tomó la foto de su hijo y posó frente al Árbol de la Vida, con el rostro serio, los ojos tristes, pero con el alma, seguramente, satisfecha.
Foto tomada por: Fabian Alvares
Luego de toda esta jornada, se reunieron en el Centro del Adulto Mayor de Zambrano. Allí recibieron a todos en un salón frío por el aire acondicionado y con un tinto. Una vez todos estuvieron acomodados en las mesas largas, se sirvió el almuerzo a los presentes, pues esta conmemoración tomó casi todo el día. Sin embargo, no terminaría ahí. La Alcaldía, en una muestra de respeto y admiración por la resiliencia de estos sobrevivientes, ofreció una estatuilla dorada con la forma de un árbol, el árbol que simboliza la vida y nos recordará por un largo tiempo esta exitosa conmemoración.
Fotos de archivos alcaldía de zambrano Fotos de archivos alcaldía de zambrano
Un dolor transformado en memoria
Luego de terminar su almuerzo, reposar y charlar un rato entre vecinos y amigos, los sobrevivientes se encontraron de nuevo en el museo El Mochuelo. Este recibiría y reconocería a sus seres queridos como víctimas del conflicto en los Montes de María. Los acogió en el Árbol de la Vida, el árbol de la Memoria que los convertirá en semillas, los resguardará en su nido y los llevará con él por todo los Montes de María en sus vuelos, cantando su historia y su memoria, para asegurarse de que nunca mueran. El Mochuelo seguirá con ellos, los nombrará con nombre y apellido, y mencionará la tierra que los vio nacer y, lamentablemente, también partir.
Van entrando de nuevo al nido de El Mochuelo, se colocan en círculo para verse las caras y tomarse de las manos. Se entregó a cada familiar una hoja con el nombre, apellido y lugar de origen de cada víctima. Se prendieron velas en su nombre y luego se presentó a cada víctima al Mochuelo.
Lader de Jesús España Álvarez: “¡Presente, presente, presente!” decían todos al unísono.
Edilberto Manuel Ochoa Ochoa: “¡Presente, presente, presente!”
Jesús David Oviedo González: “¡Presente, presente, presente!”
Deivis Alfonso Martínez Garrido: “¡Presente, presente, presente!”
Ricardo Manuel Bolaños Causado: “¡Presente, presente, presente!”
Marines María Bolaños Causado: “¡Presente, presente, presente!”
Liborio Manuel Arrieta Ospino: “¡Presente, presente, presente!”
Judith del Carmen Bolaños Causado: “¡Presente, presente, presente!”
Luego entramos a El mochuelo y con cuidado se fueron colgando las nuevas hojas que recordarán, de hoy en adelante, en el follaje del árbol de la vida los nombres de los ausentes presentes de Zambrano Bolívar.
Hoy los zambraneros contienen su dolor y lo transforman en memoria, memoria que no permite morir por completo a sus seres queridos. Por eso, ellos aprendieron a decirles los ausentes presentes, porque no están físicamente, pero están en sus mentes y corazones.
El jueves 14 de marzo, la región de los Montes de María fue testigo de un diálogo de saberes y experiencias en un evento organizado en coordinación con el Instituto CAPAZ. Este encuentro, dividido en tres momentos clave, reunió a diversas comunidades y expertos para reflexionar sobre iniciativas pedagógicas para la transformación social.
Primer momento
En la Escuela Normal Superior Montes de María en San Juan Nepomuceno, se llevó a cabo el Encuentro «Iniciativas pedagógicas para las acciones transformadoras». Entre los participantes se encontraban docentes investigadores de la institución y líderes comunitarios, incluyendo a Lorenza Carmona Pérez, rectora de la institución educativa, Dilia Mejía Rodríguez, María Suárez Castro y Pedro Mejía Ardila.
Visita a la escuela Normal Superior Montes de María, San Juan Nepomuceno
Interludio
En su paso por El Carmen de Bolívar, en la sede de la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21, se realizaron unas «Palabras de saludo de Beatriz Ochoa Romero, Directora del CCCMMaL21», seguidas de la presentación de la Colectiva y del Festival Audiovisual de los Montes de María (FAMMA).
Visita a la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Linea 21, El Carmen de Bolívar
Segundo momento
Un «Recorrido por la Exposición 10° Vuelo de El Mochuelo» en el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María – El Mochuelo. Durante este recorrido, los participantes tuvieron la oportunidad de sumergirse en la historia y la memoria de la región. Este encuentro, que reunió a distintos actores sociales y culturales, marca el inicio de una nueva etapa de coordinación y trabajo conjunto en los Montes de María, donde la memoria y la identidad son pilares fundamentales para la construcción de un futuro más esperanzador.
Visita a MIM – El Mochuelo, Pregon Cultural Montemariano, Recorrido guiado y Circulo de la palabra, Zambrano
El evento fue coordinado por todo el equipo de la Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21, encabezado por Soraya Bayuelo, Beatriz Ochoa, Jhon Jaraba, Julio García, Daniel del Toro, Edgardo Zambrano, Juan David Vargas, Isabella Meza, Rafael Galeano, junto con un grupo de mochuelos y mochuelas cantores parte del colectivo «Memorias del Corazón», el acompañamiento del fotógrafo y curador cartagenero Fabián Álvarez y el apoyo para el pregon cultural Montemariano por parte de la Fundacion Tamborito liderara por Ramsés Hadechine.
Desde este martes se puede consultar virtualmente el museo Memorias del Periodismo en Colombia, una iniciativa de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) para salvaguardar los inicios del periodismo en regiones como Arauca, Córdoba y Caquetá, y los impactos que tuvo el conflicto en el oficio.
En 1984 fue dinamitada Radio Caribabare, en Saravena (Arauca). Su dueño era el periodista Efraín Varela, asesinado en 2002. / Archivo familia Varela. Tratamiento imagen: Taller Agosto.
¿Cómo inició el periodismo en los lugares más alejados de las grandes ciudades? ¿Cuáles medios de comunicación funcionaban hace 30 años y cuántos otros sobrevivieron a la guerra? ¿Qué tanto sabemos de ese periodismo de antaño y de los periodistas que en esas regiones defendieron la verdad con su vida?
Las respuestas van surgiendo a medida que avanza el recorrido por el museo virtual Memorias del Periodismo en Colombia, que se podrá consultar desde este martes.
De entrada, hay un mapa grande del país y sobre él están señalados los departamentos de Córdoba, Arauca y Caquetá. El o la visitante, podrá recorrer cada zona a través de cuatro ejes narrativos: el contexto del conflicto armado, los primeros medios de comunicación que allí se crearon y los casos de periodistas asesinados, la historia de un periodista recordado por su manera de informar y por el vacío que dejó su voz o su escritura y, finalmente, las iniciativas locales de comunicación que han sobrevivido o nacido a pesar de la violencia.
Ese recorrido va acompañado de fotografías o archivos de los periódicos, retratos de los periodistas, grabaciones de las emisoras y videos que recogen historias particulares. Al darle clic en Córdoba, por ejemplo, encontrarán que el conflicto comenzó desde los 70 con la llegada del EPL y la posterior consolidación de las Farc; luego, desde 1988, hubo un incremento en la violencia con la llegada de los hermanos Castaño y la posterior conformación de las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá. La guerra giró alrededor de la apropiación de la tierra y la lucha de los campesinos por reivindicar lo suyo.
Es así como empiezan a surgir estrategias de comunicación desde la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc). Los folletos ilustrados de ese entonces fueron la estrategia para propagar su lucha. Nacieron ilustraciones e historietas como El Boche: el campesino rebelde del Sinú, y Felicita Campos: la mujer campesina en la lucha por la tierra, dibujados por el artista Ulianov Charlarka, quien acompañó al sociólogo Orlando Fals Borda en sus investigaciones sobre la tenencia de la tierra en el Caribe.
Una de las ilustraciones del artista Ulianov Charlarka.
Otra de las estrategias con gran difusión fueron los noticieros grabados en casetes. En un video del museo, el investigador y periodista Víctor Negrete cuenta cómo cada líder se llevaba este casete para que la comunidad a la que iba escuchara las noticias del movimiento campesino.
“En el museo virtual desarrollamos un concepto que se llama paisaje-audiencia, es decir, la representación de la forma y el contexto en el que se informaban las audiencias llevado a lo visual. Es el caso de fotografías donde se puede ver cómo el campesino ordeña la vaca y mientras tanto pone la radio sobre ella para informarse”, explica Carolina Quintero, museóloga e integrante del equipo de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) que realizó este proyecto.
Carolina también señala que el museo quiere resaltar esas iniciativas locales de comunicación que están todavía en esos territorios. Menciona a la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes en Caquetá, en la que niños y jóvenes de ese municipio realizan sus propios programas de televisión o películas. O el caso de la emisora Paujíl Stereo, también en Caquetá, que es de las juntas de acción comunal y está dirigida Rosemary Betancourt.
Desde 2019, este equipo de la Flip comenzó a trabajar en la iniciativa, que más que un sitio web estático lo que quiere es entrar en un diálogo y construcción constante con el público, por eso se pensó como un museo que podrá ir creciendo en la medida en que la gente participe. “Esta memoria tiene que estar en movimiento, tiene que ser un ejercicio de memoria viva. Si tienen historias de los medios de comunicación de sus comunidades, recuerdos o archivos, la idea es que nos los puedan compartir”, sostiene Daniel Chaparro, investigador de la Flip.
La razón detrás de esta invitación es que al investigar por los medios de comunicación de estas regiones, que ya no existen, como el Poder Costeñoen Córdoba, Radio Caribabare o el semanario El Corredor Fronterizo en Arauca, notaron que había muy poco material de archivo conservado y que estaba fundamentalmente en manos de las familias o periodistas, pero no en archivos públicos de bibliotecas. Su fin es recuperar también esta memoria regional del periodismo a través de una plataforma digital.
El museo Memorias del Periodismo en Colombia nació como insumo del informe: “La información como campo de batalla”, que la Flip y la Fundación Guillermo Cano Isaza le entregaron a la Comisión de la Verdad en febrero de este año. Ese informe recoge la violencia por parte de todos los grupos armados hacia periodistas de los tres departamentos, donde están los índices más altos de violencia contra estos profesionales, y el impacto a su ejercicio periodístico como la autocensura, los hostigamientos y obstrucciones a su trabajo, asesinatos, desplazamientos, amenazas o estigmatizaciones.
El museo iba a ser presentado en la versión 34 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, pero debido a la crisis mundial por el coronavirus y la cuarentena extendida hasta el 11 de mayo en Colombia, el lanzamiento se canceló. Aun así, se podrá consultar virtualmente desde este martes en la página: http://memoriasdelperiodismo.co/ mientras se define una nueva fecha.
“Hay que hacer esfuerzos por desjudicializar la memoria del periodismo en Colombia. Más allá del reclamo por los pocos avances en el esclarecimiento sobre el asesinato de periodistas, también podemos mirar al pasado desde muchas perspectivas, pero hacen falta contenedores de la memoria del periodismo. No solo es vital en términos de la violencia, también porque en los últimos años ha habido una transformación del ejercicio periodístico en Colombia y no tenemos muchas veces las posibilidades de saber cómo era el periodismo tiempo atrás”, añade Chaparro.
El primer desplazamiento
De acuerdo con el informe de la Flip, Callar y fingir. La censura de siempre, entre 2017 y 2019 fueron amenazados 583 periodistas. Solo el año pasado esta entidad documentó 515 ataques a la prensa en el país, entre ellos, dos homicidios. Ahí esta el caso de Mauricio Lezama, el cineasta asesinado por dos hombres armados el 9 de mayo en Arauquita (Arauca) mientras desarrollaba las audiciones para su cortometraje Mayo.
Arauca es uno de los departamentos con mayor incremento de hechos violentos contra la prensa luego de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, sostiene el informe. “En 2017, la Flip registró nueve ataques contra medios y periodistas; en 2018 se documentaron 17 casos y en 2019 la cifra ascendió a 26”.
En el museo de memorias quedaron consignados los nombres de los siete periodistas o comunicadores que han sido asesinados en esa región desde 1991: Henry Rojas, Danilo Baquero, Iván Pelayo, Alfredo Matiz, Efraín Varela, Luis Eduardo Alfonso y Mauricio Lezama.
Este también fue el departamento donde se dio el primer desplazamiento masivo de periodistas en Colombia por cuenta del conflicto armado. 16 periodistas salieron de la región en 2003 porque las amenazas y el miedo no dieron tregua después del asesinato de Efraín Varela y Luis Eduardo Alfonso, directores de la emisora Meridiano 70. Llegaron a finales de marzo de ese año a Bogotá para protegerse.
Ángel María León, quien ya lleva 34 años en este oficio, hizo parte de ese grupo. A él lo amenazaron los paramilitares, a otros las Farc. Duró ocho meses en Bogotá, alejado de su familia y sin trabajo. “Nos tocó regresar sin garantías y hacer un periodismo con cuidado, autorregulado”, cuenta.
Lo mismo recuerda Carmen Rosa Pabón, pupila en ese entonces de Varela y Henry Rojas. “Nunca pensé que de escribir las historias de desplazamiento de la gente me tocara vivirlo en carne propia. El desarraigo y la soledad para mí fueron pruebas muy duras. Cada vez que cubro otro desplazamiento en las comunidades me conmuevo mucho, para mí es un mal síntoma de la sociedad araucana”, sostiene.
Foto: Carmen Rosa Pabón, periodista de Meridiano 70 en Arauca. / Mauricio Alvarado.
Para Carmen, una de las consecuencias más fuertes de ese desplazamiento fue la calidad de la información. Tuvieron que autocensurarse cuando volvieron, dejar de cubrir algunos temas. No hicieron más periodismo de investigación desde ese hecho. Ambos periodistas recuerdan que, para cuidarse, a todos les tocó trabajar unidos, casi literalmente. Si iban a hacer reportería a algún lugar tenían que ir juntos en la única camioneta blindada que les dieron a manera de protección.
Varios de ellos siguen trabajando en medios de comunicación de Arauca a pesar de la autocensura y el temor de otra amenaza. Siguen cubriendo los temas que los ponen en riesgo porque son parte de la cotidianidad en estas regiones: orden público y escándalos de corrupción de políticos locales.
Su relación con los políticos es otro frente por el que tienen que “autorregular” su trabajo, pues el político que van a denunciar muchas veces es el que autoriza el desembolso de la pauta publicitaria para su medio, la principal forma de sostenimiento para los medios locales.
En la actualidad, Ángel trabaja en la emisora Kapital Stereo y Carmen en Meridiano 70. Todavía, concuerdan, continúan las amenazas constantes hacia ellos y gran parte de sus colegas. Y sí, asistir a una rueda de prensa en Arauca (capital) es ver a un grupo de periodistas con sus escoltas detrás y algunos con sus carros blindados, un imagen que se repite en muchas regiones del país con sus periodistas. No por gusto, dicen, sino por protección a sus vidas.
También sigue pesando el estigma a pesar de que se habla de paz. En palabras de Ángel: “si uno saca la noticia de tal paro armado, el Ejército lo señala a uno de guerrillero. Y, al contrario, si uno saca una entrevista de algún militar, entonces las guerrillas dicen que uno es amigo del Ejército”.
Creyeron que con el Acuerdo de Paz la situación iba a cambiar, como muchos colombianos. Habían bajado los hechos violentos y sentían la confianza de movilizarse tranquilamente por el departamento. Hoy, el temor de que se repita la historia de 2003 está de vuelta con la llegada de las disidencias de las Farc y la disputa del territorio con el ELN.
La historia se ha repetido con las generaciones más jóvenes de periodistas. Por mencionar dos casos: Phillip Moreno y Daniel Martínez. Los dos trabajan en sus propios medios digitales: Confidencial y El Círculo, y los dos también han sido amenazados por grupos armados. El caso de Phillip fue más reciente. Las disidencias de las Farc se llevaron a uno de sus reporteros y lo enviaron de vuelta con la razón de que se cuidara si seguía hablando de ellos; a raíz de la denuncia sobre el asesinato de un grupo de indígenas.
Cuando les pregunto cuáles son sus medidas de protección, más allá del esquema de seguridad, todos me dicen que es el autocuidado: no profundizar en ciertos temas, cambiar sus rutinas después de una amenaza, evitar salir a otros municipios o avisar si van y unirse mucho más como gremio.
“El grupo de periodistas que vivió el desplazamiento está mejor preparado”, resalta Carmen. “Acompañamos a los otros y hemos entendido que si estamos organizados, a pesar de las diferencias, somos menos frágiles. Ya sabemos qué organizaciones nos pueden ayudar y qué hacer”.
Continúa el tercer vuelo del Mochuelo – Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María en San Juan Nepomuceno Bolívar. ☀. #MuseoMochuelo conversatorio con La Dra. Ilse Schimpf-Herken, fundadora del Instituto Paulo Freire sobre la Educación para la Paz y la Memoria con la la comunidad montemariana de San Juan Nepomuceno. Sábado de Escenario Abierto en el Patio de Juegos del Mochuelo.
Algunas imágenes de lo que han sido los últimos días de activación pública del museo en la plaza principal de El Carmen de Bolívar. Los momentos vividos son mayores que esta breve muestra, pero no podíamos dejar de dar a conocer al público externo algo de lo que está ocurriendo: más de 10 mil visitantes aproximadamente en estas 2 semanas.
En las siguientes piezas de audio podremos conocer lo que fue y es el corregimiento de El Salado en El Carmen de Bolívar, entender algo sobre el evento de la masacre por la que es conocido, y en testimonio de algunos de sus pobladores, reconocer el valor que han tenido al retornar a su pueblo y buscar restablecer sus derechos ciudadanos.
Producción: nodo de comunicación Montes de María. Programas de radio «La vida al derecho».
Breve historia del poblado
Presentación de la razón de ser y recorrido hacia el retorno de la Asociación de Desplazados de este bello corregimiento de los Montes de María
Taller de audición de producción radial, módulo «Radio para la Vida», semilleros de investigación jóvenes Constructores de Paz. «Narradores y Narradoras de la Memoria del Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21».