Por Moisés D. Martínez Mendoza (@cpersonalmoises) Mochuelo cantor, El Salado – Bolívar
Esclavo negro cantá, entoná tu melodía
Canta con seguridad, como anteriormente hacías
Quién pensaría que aquél regalo de novia se convertiría en el símbolo de los Montes de María, en la fe y la esperanza de todo un territorio que a unísono canta:
Porque mochuelo soy también de mi negra querida…
Esa negra que todos llevamos en el corazón. ¡Vaya papel el que le ha tocado al Mochuelo!
Es recoger en su canto las voces de miles de personas esclavizadas por la violencia pero que rompieron sus yugos y caminan libremente llevando consigo la identidad y la memoria de su gente, ser mochuelo es cantar para que el territorio vuelva a brillar, es volar muy alto entre las nubes, con el regocijo de la historia entre las alas de la memoria que hacen de este Mochuelo un ave única.
El Mochuelo vuelve a alzar su vuelo, no sin antes haber dejado un nidito con mochuelitos y mochuelitas cantoras que tendrán el trabajo de preservar el legado del Mochuelo mayor en la capital, que aún siendo fría, su gente hace de ella un recuerdo exacto de nuestro rancho con el calor del sol sobre sus palmas. Ahora vuelve a casa, con una experiencia maravillosa, ‘El Mochuelo’ ahora anidará al río Magdalena, para llevar a sus coterráneos la esperanza que la guerra intentó llevarse, lo que no sabía era que Montes de María es un territorio donde el canto y la memoria podrán contra cualquier pájaro invasor que quiera quedarse con el nido.
Quinto Vuelo del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de Maria por prinera vez en Sucre
Crónicas montemarianas. Por Diana María Molina – CCMMaL21
No se imaginan lo que es abrir una casa de Memoria cuando el conflicto no se ha ido de la región. Pensarse un museo Itinerante lejos de las grandes capitales, con, para y por los campesino. Sentir la valentía de la gente arropando sus procesos memoria y la poderosa raíz cultural que los sustenta. Cuando llegamos llovía y no se veía un alma en las calles. Cruzando la puerta encontramos que el equipo aún se agitaba en los últimos detalles, cableado, luces, recoger herramienta, organizar el patio, sacar las sillas, pasar el plumero, ubicar las listas de asistencia, el alcohol, el gel el termómetro. Todos iban y venían, llegaban los músicos con sus instrumentos, se maquillaban las bailarinas, se acomodaba alguna ficha técnica, se ajustaba el sonido.
Llegaron las cinco de la tarde y se fue la lluvia abriendo paso a un atardecer azul y rosa. Las puertas de las casas empezaron a abrirse. Salieron con la pinta dominguera, porque era domingo, pero también porque hace mucho no se encontraba la gente en un evento público. Al silencio largo y doloroso de la guerra se sumó el de la pandemia.
Adentro de la casa, a puerta cerrada, estaban los mochuelos constructores, los músicos y los bailarines. El primero en entrar antes de abrir al público fue el sacerdote, un hombre moreno y adusto que recorrió la exposición en silencio. Cuando me acerqué para saludarlo y pedirle que pusiera su nombre en la asistencia vi sus ojos profundos húmedos y conmovidos. No pude más que decirle: gracias Padre por estar aquí. Luego llegaron amigos y artistas aliados que venían desde Montería, desde Sincelejo, desde Santa Marta. Abrazos, alegría, fuerza. Mientras tanto afuera, las sillas se fueron llenando, llegaron primero los niños, luego los muchachos, y los mayores.
El sacerdote abrió el acto dando la bendición a esta casa, orando por la paz, por la memoria, y porque no se repita lo vivido. Hablaron los muchachos de Chalán, los creadores del Bonche, hablaron los líderes, habló Soraya Bayuelo, Premio Nacional de Paz 2003 y gestora del Museo Itinerante de Memoria el Mochuelo. Finalmente, se abrió la puerta de la Casa de Memoria y Escuela Popular El Bonche. Se hizo una fila para entrar en grupos pequeños, un hombre prendió una vela y vienen varias mujeres a poner sus manos para que el viento no la apagara. En el vestíbulo nos recibe un audio poderoso que cantado en décimas da la bienvenida: «Hay momentos en la historia, cómo pasó en mi región, se instala la sinrazón masacrando la memoria, y se entroniza una historia humana con su crueldad, se pierde la identidad, la palabra es silenciada, la gente es asesinada en medio de la impunidad, que el mundo ya esté enterado y que este horror no se repita, que la barbarie descrita, ya sea cosa del pasado, ahora estamos empeñados en recuperar la historia, en resaltar la memoria y la identidad perdida y la palabra y la vida como acción obligatoria, y como tal deseamos resaltar la identidad, la palabra y la verdad, ahora un museo creamos, así como lo soñamos como ave de nuestro suelo, que repare con vuelo nuestro proyecto de vida, les damos la bienvenida a este viaje del Mochuelo»
Los niños se fascinaron con la narración animada del Mochuelo, la Morrocoya y el Ojo de Agua. Se asombraron con el árbol de la vida y lo rodearon. Los adultos estaban solemnes y serios, ante la línea de tiempo, su mente voló al pasado y la mirada se nubló, pero al rescate viene la décima, la retahíla, el retrato, el hombre que trae la vela en la mano toma la palabra para hablar del juegos que ya no se juegan, es bajito, ancho, moreno y trae una gorra, tiene tanta tristeza como gracia y termina sacando sonrisas a todos. El público recorre las cuatro salas del Museo y va saliendo al patio, en el que casualmente hoy, ha florecido el bonche, es un bonche pequeño que apenas nos llega a la rodilla, pero ostenta su flor roja recién abierta que aún tiene gotitas de lluvia. Todo es un augurio de esperanza. El patio es grande y de tierra y su lado hay un auditorio que se va llenando poco a poco mientras suenan los primeros golpes del tambor y el lamento de las gaitas. Una niña pequeña rompe la formalidad y se lanza al ruedo a bailar con infinita gracia, varias parejas la siguen y por un momento hay una pequeña fiesta. Ya vienen con otro baile, algo más contemporáneo y todos nos sentamos para ver, la música suena nueva, pero, cuando las vemos bailar se siente la fuerza afro, se siente la libertad.
Ahora, crece un fuego en el patio y nos dicen que ha llegado el maestro. Vamos todos al patio bajo las estrellas y es aquí dónde habla el acordeón, donde la voz curtida de un mayor clama y celebra, es el rito milenario de cantar al lado del fuego los dolores y los anhelos, es el alimento que reconcilia, que nutre el alma adolorida y valiente del pueblo Monte mariano. Cuando el maestro termina, solo restan los abrazos.
Así fue la inauguración y en adelante viene una filigrana de programación cultural y pedagógica en este nuevo lugar de la memoria. Desde mañana el Mochuelo se acompaña del Colibrí, que es como hemos llamado al cineclub que estrenaremos mañana.
Chalán Sucre, catorce de marzo del 2021.
Imágenes de la apertura al público, entre otras secciones, el Árbol de la Vida que contiene los nombres de los ausentes y la línea de tiempo, en la Sala 2.
Hoy cuando ha sido su paso al Señor, hacemos este pequeño homenaje al gran líder campesino de La Pelona en el municipio de San Onofre.
Su legado nuestra esperanza y su pensar nuestra lucha. Descanse en paz.
Audio de la líder campesina Vicky en despedida a Andrés Barón
Vuela alto querido Andrés Barón, descansa de esta gran travesía por los territorios luchando por la dignidad de nuestros pueblos negros, campesinos, de mujeres fuertes y valientes, de comunidades muy dignas que hemos aprendido a tu paso, con tu palabra, con tu sabiduría, con tu infinito amor por el territorio, con tu capacidad para perdonar, resistir, luchar por la vida con la palabra y la memoria.
Algunos recuerdos de Andrés en su tierra. Foto grupal, de izquierda a derecha: Rosemberg Barón, Andrés Barón, Soraya Bayuelo, Alfredo Molano, Giovanny Castro
Siempre serás un ser de luz, un gran maestro, tu legado seguirá vivo por muchas generaciones y vivirá en nuestros corazones por siempre. Abraza a tu hijo en el gran reino y lleva contigo la certeza de tu enseñanza sembrada con tanto amor filial. Tú y tu hijo Andrés serán honrados y amados por siempre en el corazón de nuestro territorio.
Enviamos nuestros sentimientos de consideración, respeto, solidaridad y hermandad a toda su familia grande de la Pelona. Ellos honran con su trabajo cada día el gran legado de Andrés Barón y son ahora los maestros de la lucha por la dignidad de nuestros pueblos. ¡Seguiremos juntos honrando la vida!
Catalina Pérez, otra gran líder de su tiempo, escribe:
Compañeros, compañeras, se nos fue Andrés Baron se nos fue un gran líder campesino, a muchas y muchos nos dejo grandes enseñanzas de lucha y solidaridad. Hoy la organización campesina y de mujeres como AMARS nos sentimos tristes porque se nos fue un gran maestro e impulsor de la organización de las mujeres. En nuestra primeras reuniones de nosotras él coordinaba con los otros compañeros: «hagamos la comida», para que nosotras deliberáramos tranquilas y nos organizáramos. Fue muy querido por todas y todos, el mejor homenaje es seguir su ejemplo y su legado en la memoria histórica de sus luchas por la vida la Paz y un mejor país. Qué dolor se siente cuando se nos van nuestros ejemplos de buenas personas, brillantes en el saber, lumbreras de la historia, siempre al lado de su pueblo
Desde este martes se puede consultar virtualmente el museo Memorias del Periodismo en Colombia, una iniciativa de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) para salvaguardar los inicios del periodismo en regiones como Arauca, Córdoba y Caquetá, y los impactos que tuvo el conflicto en el oficio.
En 1984 fue dinamitada Radio Caribabare, en Saravena (Arauca). Su dueño era el periodista Efraín Varela, asesinado en 2002. / Archivo familia Varela. Tratamiento imagen: Taller Agosto.
¿Cómo inició el periodismo en los lugares más alejados de las grandes ciudades? ¿Cuáles medios de comunicación funcionaban hace 30 años y cuántos otros sobrevivieron a la guerra? ¿Qué tanto sabemos de ese periodismo de antaño y de los periodistas que en esas regiones defendieron la verdad con su vida?
Las respuestas van surgiendo a medida que avanza el recorrido por el museo virtual Memorias del Periodismo en Colombia, que se podrá consultar desde este martes.
De entrada, hay un mapa grande del país y sobre él están señalados los departamentos de Córdoba, Arauca y Caquetá. El o la visitante, podrá recorrer cada zona a través de cuatro ejes narrativos: el contexto del conflicto armado, los primeros medios de comunicación que allí se crearon y los casos de periodistas asesinados, la historia de un periodista recordado por su manera de informar y por el vacío que dejó su voz o su escritura y, finalmente, las iniciativas locales de comunicación que han sobrevivido o nacido a pesar de la violencia.
Ese recorrido va acompañado de fotografías o archivos de los periódicos, retratos de los periodistas, grabaciones de las emisoras y videos que recogen historias particulares. Al darle clic en Córdoba, por ejemplo, encontrarán que el conflicto comenzó desde los 70 con la llegada del EPL y la posterior consolidación de las Farc; luego, desde 1988, hubo un incremento en la violencia con la llegada de los hermanos Castaño y la posterior conformación de las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá. La guerra giró alrededor de la apropiación de la tierra y la lucha de los campesinos por reivindicar lo suyo.
Es así como empiezan a surgir estrategias de comunicación desde la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc). Los folletos ilustrados de ese entonces fueron la estrategia para propagar su lucha. Nacieron ilustraciones e historietas como El Boche: el campesino rebelde del Sinú, y Felicita Campos: la mujer campesina en la lucha por la tierra, dibujados por el artista Ulianov Charlarka, quien acompañó al sociólogo Orlando Fals Borda en sus investigaciones sobre la tenencia de la tierra en el Caribe.
Una de las ilustraciones del artista Ulianov Charlarka.
Otra de las estrategias con gran difusión fueron los noticieros grabados en casetes. En un video del museo, el investigador y periodista Víctor Negrete cuenta cómo cada líder se llevaba este casete para que la comunidad a la que iba escuchara las noticias del movimiento campesino.
“En el museo virtual desarrollamos un concepto que se llama paisaje-audiencia, es decir, la representación de la forma y el contexto en el que se informaban las audiencias llevado a lo visual. Es el caso de fotografías donde se puede ver cómo el campesino ordeña la vaca y mientras tanto pone la radio sobre ella para informarse”, explica Carolina Quintero, museóloga e integrante del equipo de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) que realizó este proyecto.
Carolina también señala que el museo quiere resaltar esas iniciativas locales de comunicación que están todavía en esos territorios. Menciona a la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes en Caquetá, en la que niños y jóvenes de ese municipio realizan sus propios programas de televisión o películas. O el caso de la emisora Paujíl Stereo, también en Caquetá, que es de las juntas de acción comunal y está dirigida Rosemary Betancourt.
Desde 2019, este equipo de la Flip comenzó a trabajar en la iniciativa, que más que un sitio web estático lo que quiere es entrar en un diálogo y construcción constante con el público, por eso se pensó como un museo que podrá ir creciendo en la medida en que la gente participe. “Esta memoria tiene que estar en movimiento, tiene que ser un ejercicio de memoria viva. Si tienen historias de los medios de comunicación de sus comunidades, recuerdos o archivos, la idea es que nos los puedan compartir”, sostiene Daniel Chaparro, investigador de la Flip.
La razón detrás de esta invitación es que al investigar por los medios de comunicación de estas regiones, que ya no existen, como el Poder Costeñoen Córdoba, Radio Caribabare o el semanario El Corredor Fronterizo en Arauca, notaron que había muy poco material de archivo conservado y que estaba fundamentalmente en manos de las familias o periodistas, pero no en archivos públicos de bibliotecas. Su fin es recuperar también esta memoria regional del periodismo a través de una plataforma digital.
El museo Memorias del Periodismo en Colombia nació como insumo del informe: “La información como campo de batalla”, que la Flip y la Fundación Guillermo Cano Isaza le entregaron a la Comisión de la Verdad en febrero de este año. Ese informe recoge la violencia por parte de todos los grupos armados hacia periodistas de los tres departamentos, donde están los índices más altos de violencia contra estos profesionales, y el impacto a su ejercicio periodístico como la autocensura, los hostigamientos y obstrucciones a su trabajo, asesinatos, desplazamientos, amenazas o estigmatizaciones.
El museo iba a ser presentado en la versión 34 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, pero debido a la crisis mundial por el coronavirus y la cuarentena extendida hasta el 11 de mayo en Colombia, el lanzamiento se canceló. Aun así, se podrá consultar virtualmente desde este martes en la página: http://memoriasdelperiodismo.co/ mientras se define una nueva fecha.
“Hay que hacer esfuerzos por desjudicializar la memoria del periodismo en Colombia. Más allá del reclamo por los pocos avances en el esclarecimiento sobre el asesinato de periodistas, también podemos mirar al pasado desde muchas perspectivas, pero hacen falta contenedores de la memoria del periodismo. No solo es vital en términos de la violencia, también porque en los últimos años ha habido una transformación del ejercicio periodístico en Colombia y no tenemos muchas veces las posibilidades de saber cómo era el periodismo tiempo atrás”, añade Chaparro.
El primer desplazamiento
De acuerdo con el informe de la Flip, Callar y fingir. La censura de siempre, entre 2017 y 2019 fueron amenazados 583 periodistas. Solo el año pasado esta entidad documentó 515 ataques a la prensa en el país, entre ellos, dos homicidios. Ahí esta el caso de Mauricio Lezama, el cineasta asesinado por dos hombres armados el 9 de mayo en Arauquita (Arauca) mientras desarrollaba las audiciones para su cortometraje Mayo.
Arauca es uno de los departamentos con mayor incremento de hechos violentos contra la prensa luego de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, sostiene el informe. “En 2017, la Flip registró nueve ataques contra medios y periodistas; en 2018 se documentaron 17 casos y en 2019 la cifra ascendió a 26”.
En el museo de memorias quedaron consignados los nombres de los siete periodistas o comunicadores que han sido asesinados en esa región desde 1991: Henry Rojas, Danilo Baquero, Iván Pelayo, Alfredo Matiz, Efraín Varela, Luis Eduardo Alfonso y Mauricio Lezama.
Este también fue el departamento donde se dio el primer desplazamiento masivo de periodistas en Colombia por cuenta del conflicto armado. 16 periodistas salieron de la región en 2003 porque las amenazas y el miedo no dieron tregua después del asesinato de Efraín Varela y Luis Eduardo Alfonso, directores de la emisora Meridiano 70. Llegaron a finales de marzo de ese año a Bogotá para protegerse.
Ángel María León, quien ya lleva 34 años en este oficio, hizo parte de ese grupo. A él lo amenazaron los paramilitares, a otros las Farc. Duró ocho meses en Bogotá, alejado de su familia y sin trabajo. “Nos tocó regresar sin garantías y hacer un periodismo con cuidado, autorregulado”, cuenta.
Lo mismo recuerda Carmen Rosa Pabón, pupila en ese entonces de Varela y Henry Rojas. “Nunca pensé que de escribir las historias de desplazamiento de la gente me tocara vivirlo en carne propia. El desarraigo y la soledad para mí fueron pruebas muy duras. Cada vez que cubro otro desplazamiento en las comunidades me conmuevo mucho, para mí es un mal síntoma de la sociedad araucana”, sostiene.
Foto: Carmen Rosa Pabón, periodista de Meridiano 70 en Arauca. / Mauricio Alvarado.
Para Carmen, una de las consecuencias más fuertes de ese desplazamiento fue la calidad de la información. Tuvieron que autocensurarse cuando volvieron, dejar de cubrir algunos temas. No hicieron más periodismo de investigación desde ese hecho. Ambos periodistas recuerdan que, para cuidarse, a todos les tocó trabajar unidos, casi literalmente. Si iban a hacer reportería a algún lugar tenían que ir juntos en la única camioneta blindada que les dieron a manera de protección.
Varios de ellos siguen trabajando en medios de comunicación de Arauca a pesar de la autocensura y el temor de otra amenaza. Siguen cubriendo los temas que los ponen en riesgo porque son parte de la cotidianidad en estas regiones: orden público y escándalos de corrupción de políticos locales.
Su relación con los políticos es otro frente por el que tienen que “autorregular” su trabajo, pues el político que van a denunciar muchas veces es el que autoriza el desembolso de la pauta publicitaria para su medio, la principal forma de sostenimiento para los medios locales.
En la actualidad, Ángel trabaja en la emisora Kapital Stereo y Carmen en Meridiano 70. Todavía, concuerdan, continúan las amenazas constantes hacia ellos y gran parte de sus colegas. Y sí, asistir a una rueda de prensa en Arauca (capital) es ver a un grupo de periodistas con sus escoltas detrás y algunos con sus carros blindados, un imagen que se repite en muchas regiones del país con sus periodistas. No por gusto, dicen, sino por protección a sus vidas.
También sigue pesando el estigma a pesar de que se habla de paz. En palabras de Ángel: “si uno saca la noticia de tal paro armado, el Ejército lo señala a uno de guerrillero. Y, al contrario, si uno saca una entrevista de algún militar, entonces las guerrillas dicen que uno es amigo del Ejército”.
Creyeron que con el Acuerdo de Paz la situación iba a cambiar, como muchos colombianos. Habían bajado los hechos violentos y sentían la confianza de movilizarse tranquilamente por el departamento. Hoy, el temor de que se repita la historia de 2003 está de vuelta con la llegada de las disidencias de las Farc y la disputa del territorio con el ELN.
La historia se ha repetido con las generaciones más jóvenes de periodistas. Por mencionar dos casos: Phillip Moreno y Daniel Martínez. Los dos trabajan en sus propios medios digitales: Confidencial y El Círculo, y los dos también han sido amenazados por grupos armados. El caso de Phillip fue más reciente. Las disidencias de las Farc se llevaron a uno de sus reporteros y lo enviaron de vuelta con la razón de que se cuidara si seguía hablando de ellos; a raíz de la denuncia sobre el asesinato de un grupo de indígenas.
Cuando les pregunto cuáles son sus medidas de protección, más allá del esquema de seguridad, todos me dicen que es el autocuidado: no profundizar en ciertos temas, cambiar sus rutinas después de una amenaza, evitar salir a otros municipios o avisar si van y unirse mucho más como gremio.
“El grupo de periodistas que vivió el desplazamiento está mejor preparado”, resalta Carmen. “Acompañamos a los otros y hemos entendido que si estamos organizados, a pesar de las diferencias, somos menos frágiles. Ya sabemos qué organizaciones nos pueden ayudar y qué hacer”.
A casi un año de la apertura pública del Museo Itinerante de la Memoria, hoy el proyecto de noticias sobre procesos de paz y reconciliación en Colombia publica una nota sobre esta memoriosa itinerancia. Ver la nota original en el siguiente enlace:
El Mochuelo, un museo que da lecciones de memoria desde los Montes de María
Territorio7 Mar 2020 – 9:00 AM Sebastián Forero Rueda / @SebastianForerr
El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de esta región del Caribe cumple un año de andar rodando por varios municipios de esa zona del país. Un esfuerzo que documentó 104 masacres y más de 1.800 víctimas mortales del conflicto armado, que se levanta a nivel local en medio de lo que algunos han llamado una disputa por la memoria.
Cuando se conoció a finales del año pasado que el director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Darío Acevedo, estaría haciendo cambios al guion del Museo de la Memoria que había dejado la dirección anterior, se supo que uno de los puntos que pretendía modificar eran los ejes planteados para ese museo: agua, tierra y cuerpo. En ese momento, el director dijo que “poner a hablar a un río” no podía ser el eje de un museo de memoria, que eso encajaba mejor en una obra literaria. Sin embargo, para cuando Acevedo pronunció esas palabras, en la región de los Montes de María ya llevaba unos meses rodando otro museo de memoria que lo contradecía profundamente. Uno que puso a hablar a un pájaro.
El 15 de marzo de 2019, en El Carmen de Bolívar se erguía por primera vez El Mochuelo, el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María. Una monumental estructura en madera fina de 35 toneladas, de 18 metros de largo, por 12 de ancho y 5 de alto. La historia de una de las regiones que más sintió las atrocidades de la guerra (quizá la que más) concentrada en lo que recrea una casa antigua de esta región, enclavada entre Sucre y Bolívar. Pero lo que se inauguró ya hace un año era el resultado de un trabajo de más de una década de caminarse esas montañas documentando los horrores que les dejó el conflicto armado.
Hacia 2008, el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21, que ya se había ganado el Premio Nacional de Paz en 2003, andaba por los quince municipios de esta región tratando de que sus habitantes volvieran a encontrarse, luego de que a la zona la resquebrajara el paso de los frentes 35 y 37 de las Farc y el Bloque Montes de María de las AUC. “Haciendo todo ese trabajo cultural recopilamos mucha información y nos dimos cuenta de que había que devolverla al territorio, a las comunidades”, dice Julio García Montes, quien hace 16 años integra el colectivo y es el coordinador en terreno del Mochuelo.
“Empezamos a pensar qué hacer con toda la información que habíamos recopilado. Ya teníamos cine, ya teníamos exposiciones fotográficas, ya teníamos radio, y ahí fue cuando nos pensamos hacer el museo” explicó. Así, en este rincón del Caribe colombiano empezaban a hablar de memoria cuando en el país todavía no existía un centro nacional para ese fin. Pero aún más subversivo fue el hecho de que no decidieron construirlo en ninguno de los municipios de la zona, sino que decidieron que sería itinerante: andaría por todos los municipios montemarianos. Entonces, en medio de la planeación, a un campesino se le ocurrió que el museo fuera un pájaro que volara por la región y a otros que fuera un mochuelo, ave emblemática de la zona.
Desde entonces empezaron a recopilar y documentar juiciosamente casi un siglo de historia de los Montes de María, antes siquiera de que al territorio llegaran los actores armados. Se encontraron con que para la gente era sanador el solo hecho de contar lo que les había pasado. “Cuando llega el conflicto lo primero que hizo fue infundir el miedo y a la gente la hizo meter hacia adentro. A uno lo que le decían era no confíe en nadie, no hable, las paredes tienen oídos. Entonces el ‘no diga’, ‘no hable’, ‘no llore’ se le fue metiendo a la gente y comenzaron a guardárselo. Mucho de lo que nos contaron, nunca lo habían hablado con nadie”, cuenta Julio.
Así, vereda por vereda, documentaron 104 masacres ocurridas en los Montes de María desde la década de 1990 y un total de 1.850 personas (civiles) que fueron asesinadas en medio de la violencia. En honor a estas últimas, en todo el centro del museo se levanta el árbol de la vida – o árbol de los ausentes – en cuyas hojas (actualmente tiene 750) está escrito el nombre de cada víctima con la fecha y el lugar en donde murió. Pero quienes levantaron el museo tienen la firme convicción de que la historia de esta región es una historia de resistencia. Por eso, además de documentar las afectaciones que les dejó la guerra, en la línea de tiempo del museo, que inicia en 1900, también contaron las luchas de este pueblo campesino. Por ejemplo, las luchas por la tierra que aquí dieron los líderes de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), que consiguieron parcelaciones para campesinos sin tierra. Por eso, el museo incluye parte del archivo de Jesús María Pérez, el emblemático líder de la ANUC que fue el guardián de esa información y que se la entregó al CNMH.
Después de que El Mochuelo se instalara en El Carmen y durara allí unos dos meses, emprendió vuelo hacia Córdoba (Bolívar) y luego se fue a San Juan Nepomuceno. Allí acompañó la conmemoración de los 17 años de la masacre de los Guáimaros, donde fueron asesinados 15 campesinos, en agosto de 2002. Y de allí voló a San Jacinto, donde actualmente está instalado y donde permanecerá hasta la próxima semana, antes de partir para Morroa (Sucre). En cada municipio dura unos dos meses y medio, desde el momento en que empieza a armarse – que tarda unas dos o tres semanas – hasta que se desarma por completo. A donde llega, el museo recluta sus propios ‘mochuelos cantores’, o guías, como se les llama en el lenguaje museográfico tradicional. Voluntarios – en su mayoría jóvenes – que luego de recibir la capacitación y conocer el museo, llevan a otros a través de él.
Durante este primer año han tenido experiencias que les han reafirmado el valor del museo. Durante los dos meses que estuvo en Córdoba, todos los días llegaba un joven, de unos 26 años, y se detenía frente al árbol de la vida. Allí se quedaba contemplándolo y en particular mirando siempre una misma hoja. Al cabo de unas semanas, a través de lenguaje de señas pues tenía discapacidad auditiva, dio a entender que quien aparecía allí reseñado era su papá, asesinado en la masacre de 2000 de Capaca (Bolívar). Él tenía el dolor guardado y ver ese nombre en el museo para él tenía una importancia monumental.
“Cada nombre que está en ese árbol es para el buen nombre de la persona que murió, que de pronto en algún momento fue estigmatizado o fue señalado de uno u otro bando, pero para los familiares verlo allí es de una dignidad enorme”, explica Soraya Bayuelo, directora del colectivo de comunicaciones.
Para ella, durante este año ha sido impresionante que muchos de los visitantes del museo se terminan preguntando ¿cómo pasó todo esto?, ¿En qué momento nos pasó todo lo que nos pasó? “Nosotros trabajamos para que no se borre de la memoria ni de la historia lo que pasó, no para decirnos ‘ay, pobrecitos’ y que volvamos otra vez a recordarlo para torturarnos, sino como una garantía que debemos tener quienes sufrimos el conflicto armado de que esto no se vuelva a repetir”, sostiene Soraya.
Cuando se creó en el país el Centro Nacional de Memoria Histórica y llegó a su dirección Gonzálo Sánchez, esa entidad empezó a trabajar de la mano con el colectivo de comunicaciones Montes de María y fue a través de ese centro que se gestionaron los recursos de la embajada de Francia que hicieron posible la realización de El Mochuelo. Sin embargo, ya para su inauguración el CNMH estaba en cabeza de Darío Acevedo, quien asistió a ese evento en El Carmen de Bolívar y “lo que vino a decir aquí es que ya las historias de las víctimas están supremamente contadas y que en adelante le iba a dar más apoyo a las memorias de los militares”, cuenta Soraya.
Desde entonces, la relación de El Mochuelo con el CNMH se rompió y no ha habido nuevos contactos. “En este momento histórico el CNMH niega la memoria, niega el conflicto, y nosotros estamos justamente diciendo lo contrario. Por eso ahora no contamos con ese centro para nada, ni tampoco queremos contar”, puntualiza.
Aún sin el apoyo del CNHM, el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH), adscrito a la Unesco, incluyó al Mochuelo en su mapa interactivo sobre iniciativas que hacen memoria sobre graves violaciones de derechos humanos alrededor del mundo. Es la única iniciativa colombiana en ese mapa.
“Hoy, ante una negación del conflicto, una política de Gobierno dirigida a la negación de la memoria, nosotros estamos tratando de levantar este museo como un estandarte que dice que aquí hay otros relatos, más allá del relato oficial. Uno que sale desde las entrañas, desde el sentir, el duelo, el sufrimiento y la resistencia de las víctimas del conflicto armado”, sentencia Soraya Bayuelo.
Cuarenta artistas, activistas y académicos de países como Indonesia, Canadá, Perú, Uganda, Colombia e Irlanda del Norte se reúnen en este mes de febrero en Bogotá y en los Montes de María, en un intercambio internacional sobre memoria transformativa.
La iniciativa, llamada Memoria Transformativa: Una red internacional, es organizada por la Universidad de British Columbia, en Canadá, en alianza con la Universidad Nacional de Colombia y el Colectivo de Comunicaciones Montes de María – Línea21. El intercambio será realizado entre los días 16 y 22 de febrero, 2020.
La red internacional Memoria Transformativa se formó para fomentar intercambios entre artistas, académicos y activistas como una metodología para cocrear e intercambiar conocimientos alrededor de la memoria histórica. El foco de la reflexión es pensar sobre las maneras en que la memoria se emplea para abordar la responsabilidad que las personas tienen sobre el bien estar y los derechos de las otras en el contexto de la violencia masiva.
El evento público y abierto del intercambio tendrá lugar el 18 de febrero de 2020, a las 6:00 PM, en el Auditorio Margarita González, de la Universidad Nacional, sede Bogotá. En el espacio, habrá un conversatorio sobre qué hace que los trabajos de la memoria y de la justicia sean transformadores. Participarán Patricia Linares, presidenta de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), M. Kamari Clarke, antropóloga experta en la Corte Penal Internacional y profesora de la Universidad de California, Patricia Tobón Yagarí, indígena embera y comisionada de la Comisión de la Verdad, y Aimée Craft, abogada indígena canadiense experta en comisiones de verdad y profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Ottawa, Canadá. La moderación estará a cargo de Martha Nubia Bello, profesora de la Universidad Nacional de Colombia.
El evento público también contará con las intervenciones artísticas de Jeff Korondo, de Músicos por la Paz, Uganda, un performance colaborativo entre Emilie Monnet, indígena Anishinaabe de Canadá y francesa, y Waira Doris Jacanimojoy, indígena Inga (Colombia), además de la exhibición de pósteres de Alit Ambara, artista del Instituto de Historia Social de Indonesia, y de un fragmento de la obra de teatro “El olvido no ha vuelto por aquí”, del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), capítulo Bogotá.
Para más información o para agendar entrevistas, contactar a:
CON RELATOS, MÚSICAS, GAITAS Y TAMBORES, SAN JACINTO BOLIVAR RECIBE CON ALEGRÍA Y EXPECTATIVAS AL MUSEO ITINERANTE DE LA MEMORIA Y LA IDENTIDAD DE LOS MONTES DE MARÍA EN SU CUARTO VUELO POR EL TERRITORIO MONTEMARIANO.
“Canta con seguridad como anteriormente hacías cuando tenías libertad por los Montes de María”, este canto del maestro Adolfo Pacheco Anillo se amplifica en la tierra que lo vio nacer, este 27 de Diciembre cuando se abre, al público Sanjacintero, en la plaza principal, la Exposición Itinerante de la Memoria y la Identidad Montemariana, que alberga al VUELO DEL MOCHUELO en su cuarto nido.
Este espacio de la memoria, que pesa 35 toneladas, mide 18 metros de largo por 12 de ancho y 5 de altura en su parte física, es una plataforma de Reparación Simbólica a las Víctimas del Conflicto armado en los Montes de María y un Lugar de la Memoria para el diálogo, la concertación, la conversación franca, el encuentro con el otro y la mirada territorial junto a otras. Este recorrido en la época de navidad viene a sumarse a la alegría del encuentro de los vecinos y visitantes que llegan por la época de fin de año a este importante municipio de vida cultural–artesanal y patrimonio musical.
El Museo en su aspecto estructural es un pabellón, una alegoría a la casa grande, y su contenido está relacionado con el ave representativa del territorio, como es el Mochuelo. El mochuelo es un ave sencilla. No viste de pesados plumajes coloridos porque prefiere volar alto con su liviano ropaje. Su fuerza se concentra en su canto. Con su voz celebra la vida cada día para iniciar las mañanas de trabajo en los campos, para acompañar las faenas de siembra y cosecha, para recuperarse del cansancio de la jornada.
El Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María, nuestro Mochuelo, tiene una apuesta central: recuperar la voz de las comunidades, lograr que sus palabras vuelen muy alto y se esparzan como el viento en todos los rincones de nuestro territorio para recordarnos lo que somos y lo que soñamos, para darnos fuerzas luego de la larga noche y así entonar, con voz propia, la canción de nuestra vida en el territorio.
Como dispositivo para la liberación de la palabra y la voz propia y pública de las comunidades, potencia la memoria como un camino para el reencuentro, la superación del miedo y del dolor. En su itinerancia pretende pensar el futuro, fortalecernos en busca del buen vivir, la convivencia, la organización y la movilización social, a través de los diálogos y confluencias del pensamiento campesino, de organizaciones y redes sociales de mujeres, de jóvenes y de fortalecimiento de los procesos culturales del territorio montemariano.
Mochuelos cantores:
“… Canten con seguridad, como anteriormente hacían, cuando tenían libertad en los Montes de María…” . El Museo es en sí mismo una obra de arte, que incluye exposiciones y elementos de las memorias y la identidad del territorio montemariano.
Desde su apertura el 15 de Marzo de 2019, en El Carmen de Bolívar, donde inició su primer Vuelo, luego en Córdoba, Tetón, su segunda parada y en su tercer nido en San Juan Nepomuceno lo han visitado 64 mil personas, que han recorrido los diferentes espacios expositivos, disfrutado de las 28 noches de Cine Bajo las Estrellas, proyecciones que se realizan los Martes del Cine Club Itinerante la Rosa Púrpura del Cairo en el Patio de Juegos del Museo.
El púbico visitante también ha disfrutado en plenitud los Sábados de “Escenario Abierto” donde las comunidades han podido deleitarse con los talentos culturales múltiples que han mostrado espontáneamente, cada semana, mientras el Mochuelo se posó en cada uno de estos tres nidos.
Los Círculos de la Palabra se han dimensionado también durante estos nueve meses de itinerancia por el territorio a través de Los conversatorios y foros regionales que se han realizado en el Museo como: El lanzamiento del Libro “QUE NOS LLAMEN INOCENTES”, acto público de reparación simbólica a 19 personas de El Carmen de Bolívar, víctimas, señalad@s y encarcelados por supuestos vínculos con un grupo al margen de la ley y quienes fueron capturados ilegalmente y referenciados en la prensa afectados en su integridad personal, familiar y en su buen nombre. Este libro fue escrito por ellos mismos en sus relatos testimoniales y apoyados por DeJusticia, quien los acompañó desde el inicio del proceso de memoria y escritura del libro QUE NOS LLAMEN INOCENTES, lanzado el 8 de Mayo de 2019, en el Patio de Juego del Mochuelo.
De igual forma destacamos el acto de conmemoración de los 17 años de la Masacre de Los Guáimaros y El Tapón que dio paso a la apertura del tercer Vuelo del Mochuelo en San Juan Nepomuceno, con la participación de las familias víctimas de este hecho ocurrido el 29 y 30 de Agosto de 2002.
Se realizaron también conversatorios y círculos de la palabra desde el Patio de Juegos del Museo como fueron: SABERES DE LOS MONTES DE MARIA, Espacio de devolución de la tesis doctoral de la Investigadora Social Liliana Parra Valencia, del área de Investigación PsicoPaz, de la Universidad Cooperativa de Colombia: “Grupalidad curadora, descolonialidad de saberes – prácticas campesinas y afroindígenas en los Montes de María – Caribe Colombiano”. Aquí conversó en el patio de Juegos del Museo junto a los líderes y liderezas del territorio, co-investigador@s de esta tesis: Carmelo Márquez, Presidente de la Asociación de Campesinos Desplazados, Retornados de Ovejas, Sucre -ASOCARES-; Isaura Benítez, Campesina de la comunidad de San Francisco, de Ovejas, Sucre; Bernardino Pérez Mirada, Profesor y médico tradicional de San Basilio de Palenque, Bolívar, junto a la investigadora brasilera Simone María Hüning, de la Universidad Federal de Alagoas (UFAL).
CONVERSATORIO MEMORIA, ESPERANZA Y PAZ con la invitada especial la Dra. Ilse Schimpf-Herken, fundadora del Instituto Paulo Freire en Berlín, quien compartió un Círculo de la Palabra en el Patio de Juegos del Mochuelo durante su tercer vuelo en el municipio de San Juan Nepomuceno. La charla giró sobre la Educación para la Paz, la Memoria y la Esperanza.
Con ella tuvimos la oportunidad de compartir el material y validarlo con la comunidad en esta noche de Conversatorio en el Patio del Mochuelo, con el apoyo de la Normal Superior Montes de María, Soy San Juanero y las Comunidades de Los Guáimaros y Las Brisas.
Este año, el Octavo Festival Audiovisual de los Montes de María, Tierras Con-Sentid@s tuvo un marco propicio en el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María -El Mochuelo- para desarrollar la agenda académica y de proyección del Programa CINE MONTE ADENTRO. El Museo fue la novedad dentro de las cinco sedes alternas que tuvo el FAMMA 2019 TIERRAS CON-SENTID@S para impulsar a los nuevos realizadores audiovisuales de los Montes de María y desarrollar estrategias comunicativas y de superación del conflicto y el dolor a través del cine y las historias narradas desde el audiovisual.
Con todo ese balance, este Cuarto Vuelo del Mochuelo por el municipio de San Jacinto con certeza marcará una pauta de alto nivel con el desarrollo de la Agenda Cultural y la Programación Académica que se realizará en el marco de la programación establecida durante el tiempo que anidará en San Jacinto. Por ejemplo: la Fiesta del Pensamiento del 2020 estará enmarcada en las visitas guiadas a los participantes a tan magno evento cultural, donde la poesía, las letras, el arte, la música, el pensamiento montemariano y del Caribe se dan cita anualmente.
Este 27 de Diciembre 2019, a las seis de la tarde, te esperamos en San Jacinto, en la Plaza Principal, donde se abre la exposición y programación cultural y académica de El MOCHUELO en su cuarto vuelo. Además, durante su estancia se apertura también un interesante diálogo entre los dos museos: El Mochuelo y el Museo Comunitario de San Jacinto, ambos hacen parte del Nodo Caribe de la Red Colombiana de Lugares de Memoria y Latinoamericana de Sitios de consciencia.
A Son de Gaitas, Tambores, Tradición oral, Tejidos, Relatos de Vida y Resistencia, Danzas y Cantos San Jacinto recibe en su nido EL CUARTO VUELO DEL MOCHUELO – “Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María – https://mimemoria.org/
Nos complace mucho haber desarrollado este material didáctico y entregarlo ahora entre el público escolar y apoyar la formación de los mediadores voluntarios del museo, los mochuelos cantores. Esta cartilla y su guía de aula acompañante hacen parte del proceso integral de implementación del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María (MIM), su contenido y actividades se vienen conformando y aplicando desde sus primeras etapas de planeación y de capacitación entre las comunidades participantes.
Su impresión fue posible gracias al Programa de Estímulos del Ministerio de Cultura 2019, como ganadores de la beca a proyectos comunicativos: entidades museales y comunidades, con la propuesta “El vuelo del Mochuelo: entrelazando saberes ancestrales y pedagogías para la paz y la reconciliación”, desde el diseño de material didáctico de apoyo para el fortalecimiento de la estrategia comunicativa y pedagógica del museo.
Este proyecto consistió en la impresión y aplicación piloto de dos materiales pedagógicos:
Material didáctico 1
Cartilla pedagógica para Mochuelos Cantores – intérpretes comunitarios de la memoria.
Esta cartilla es una bitácora de vuelo”para orientar la capacitación de los intérpretes comunitarios de la memoria, los mochuelos cantores los cuales son los guías voluntarios encargados de animar la visita de grupos de público en su recorrido por el MIM y sus actividades alternas y complementarias. Un mochuelo cantor es un intérprete en el sentido de que no repite o transmite una información fija, sino que asume su experiencia personal en el contexto de la historia común de su entorno social, y es capaz de compartirla basándose en los contenidos que se exponen, animando el diálogo que enriquece con sentidos múltiples la exposición. Esto mochuelos cantores son los mismos narradores y narradoras de la memoria que han sido formados por el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 desde su línea programática “Memoria, comunicación y territorio”.
Este material pedagógico es importante porque fortalece y apoya la preparación de los mochuelos cantores en su papel de orientadores comunitarios dentro de los recorridos del museo El Mochuelo debido a que brinda diferentes módulos que explican los fundamentos conceptuales, históricos, investigativos, pedagógicos y metodológicos del Museo, y es aplicado en talleres por el mismo equipo gestor del CCMMaL21.
El Mochuelo aletea, canta y cuentaen el Aula: una estrategia de mediación pedagógica para la apropiación social del MIM en las instituciones educativas de los Montes de María.
Este material está compuesto por una guía para el docente con herramientas didácticas para los niños entre las edades de 9 a 17 años que cursan grados de 4 de primaria a 11 de bachillerato, y viene siendo una adaptación de la cartilla de los Mochuelos Cantores, con diagramación atractiva, nociones básicas y ejercicios prácticos que el docente puede desarrollar antes o después de la visita al museo, y que entregaría a cada estudiante o a grupos de 4-5 estudiantes. Es importante porque los docentes de las instituciones educativas y los estudiantes son actores estratégicos claves en la transmisión, mediación pedagógica y preservación de la memoria de los Montes de María. Es necesario brindar a la comunidad educativa recursos didácticos específicos que facilite a los docentes y niños el encuentro entre el Aula y El Mochuelo de tal forma que la comunidad educativa pueda apropiarse de los contenidos del MIM, para que puedan ser utilizados en el aula y particularmente por los docentes que están a cargo de las áreas de ciencias sociales, humanidades y cátedras de paz.
Este material fue y será dinamizado por los Mochuelos Cantores y el equipo gestor del CCMMaL21entre los maestros de las instituciones educativas del lugar donde en ese momento esté instalado el museo.
A continuación algunas imágenes que resultaron del período de desarrollo de este proyecto, en particular durante la itinerancia del museo en el municipio de San Juan Nepomuceno:
Continúa el tercer vuelo del Mochuelo – Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María en San Juan Nepomuceno Bolívar. ☀. #MuseoMochuelo conversatorio con La Dra. Ilse Schimpf-Herken, fundadora del Instituto Paulo Freire sobre la Educación para la Paz y la Memoria con la la comunidad montemariana de San Juan Nepomuceno. Sábado de Escenario Abierto en el Patio de Juegos del Mochuelo.
Este sábado 24 de agosto, bajo la bendición de la lluvia arrancó con alegría y cargado de muchas historias, canciones y fuerza creativa el tercer Vuelo del Mochuelo, ahora en este bello municipio de Bolívar. ¡La memoria como garantía de no repetición!
En la segunda noche, el pasado domingo, recorrieron la exposición 605 personas de 6:30 de la tarde a 10:00 p.m. ¡Viva la Vida!
A continuación algunas imágenes del evento de apertura.