1920-1980
Es de resaltar que “desde la segunda década de este siglo empezaron a formarse organizaciones campesinas al margen de la ley. Las primeras que se conocen se establecieron en el departamento de Córdoba en 1918”[1]. La lucha por la tierra no se hizo esperar, la inestabilidad política del país dejó entrever en el mundo agrario la posibilidad de actuar para conseguir lo necesario, se comienzan a formar las primeras organizaciones agrarias, que buscaban terminar con esta situación de injusticia[2]. En 1931, la Ley 83 concedió a los campesinos el derecho de agremiarse legalmente[3], y, entre 1930 y 1940 cuando ya se había consagrado este principio de agremiación:
Entonces aparecieron los trabajos de La Federación Agraria Nacional (FANAL) que dieron frutos en varios sitios de los actuales departamentos de Sucre, Córdoba y Bolívar, y, más reciente, los del Partido comunista Marxista-Leninista (PCML) algunos de cuyos cuadros lograron enraizarse en la región de las sabanas entre El Carmen y Morroa con resultados en la concientización del campesinado local en el maoísmo, antecedente importante para la introducción de la ANUC en los años siguientes[4].
Desde ese entonces y hasta los años setentas, las incipientes y recién conformadas organizaciones campesinas estructuraron sus acciones desde cinco elementos básicos: organización, espontaneísmo, localismo, liderazgo y control tecnológico[5]. Desde luego este tipo de estructuras organizativas fueron abriendo los caminos para la “recuperación[6]” de las tierras. “Pero la reacción terrateniente no se hizo esperar, sumada a la situación generada por la llamada violencia encabezada y alimentada por personas expertas en la materia, quienes desde el momento mismo de su arribo, se dedicaron con sevicia a sembrar el terror y a teñir con sangre y luto gran parte de la comarca”[7].
Según Fals Borda, “(…) No sorprende, por lo mismo, que hubiera surgido en el Sinú, Canalete y El Carmelo la contra violencia personificada en la guerrilla liberal, que quedó plasmada principalmente en las bandas del loriquero Mariano Sandón y Tiburcio León, campesinos valientes que asumieron el papel de defensores de la vida y bienes de sus copartidarios. (En el resto de la región estudiada, que se sepa sólo apareció una guerrilla liberal en la Cansona, cerca de El Carmen de Bolívar, comandada por un Cueto, y otra en Loma Verde comandada por Alejandro Fuentes, ex soldado, con combates en Cañaflechas. Ambas guerrillas tuvieron una vida relativamente corta)”[8].
Entre mediados de los años cincuenta e inicios de los setenta del siglo XX, de nuevo las fluctuaciones del mercado producirían otra sorpresa para el cultivo y la producción del tabaco provincial, esta vez ya no como un producto de primer orden de exportación nacional pero si de una significación importante regionalmente. Se repetía la historia entre las élites ganaderas, políticas y comerciantes y los campesinos que trabajaban para estas haciendas como jornaleros y recolectores de tabaco:
Sembrar la hoja no ha dejado de ser un riesgo funesto. Sin tierra, sometidas a las vetustas relaciones de aparcería y a los «adelantos», sistema de pago establecido desde 1856, diez mil familias de campesinos pobres están condenadas a trabajar como siervos y comprometidas de antemano a entregar la cosecha por los exiguos precios que fijan unilateralmente las firmas exportadoras.[9]
Vale la pena recalcar que ya muchos de los campesinos que habían trabajado recolectando la hoja de tabaco, adecuado sus tierras para pastos y ganado, forzados a cambiarlas mediante promesas, endeudamientos, amenazas y muerte, “tamaño despojo se refleja en la miseria de los pueblos en la zona tabacalera[10]”, principalmente porque eran poblaciones que revivían apenas el lapso de sus cosechas, lo que resumió una articulista contundentemente así:
Inmediatamente finaliza el proceso de siete meses de recolectar, secar, alisar, clasificar y empacar, viene la desocupación forzosa: la mitad de los almacenes cierra sus puertas, crece la lista de los alimentos fiados en las tiendas y los hombres viajan a buscar el jornal en otras regiones, incluso Venezuela. Los empresarios humillan a las mujeres que les piden anticipos y las que los reciben se ven obligadas a comprometer su trabajo futuro por recortados estipendios. No hace mucho, en Ovejas y en El Carmen de Bolívar era frecuente que los patronos, luego de prestar a las obreras dos o tres mil pesos propusieran desvergonzadamente «¡con tu hija me los pagarás!.[11]
La movilización campesina se hizo inevitable, los argumentos y las razones se sustentaban por sí mismas, muchos de los antiguos lugareños ahora eran obreros de las empresas tabacaleras, los nexos entre estos y los campesinos que seguían habitando y trabajando las tierras eran muy estrechos e innegables, las circunstancias los habían cercado: sin tierras para trabajar, sin trabajo estable, endeudados sin posibilidades para pagar, en medio de élites sociales y políticas tremendamente ambiciosas y nada dispuestas a compartir sus riquezas y poderes, además de un Estado tan centralista como indiferente, desconocedor de las problemáticas regionales.
De esta manera los campesinos aprovecharon las pocas alternativas que les quedaban, es decir la “estructura de oportunidades políticas” que se presentaba para esos años, en los que tímidamente se fomentó una reforma frente a la tenencia agraria, que con el objetivo de modernizar la producción agraria crean la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC en 1967. Entre 1971 y 1975, los campesinos organizados en la ANUC hicieron por lo menos 194 tomas o recuperaciones. Como por ejemplo, las realizadas en 1971 en El Carmen de Bolívar, cuando “los arrendatarios, que generación tras generación habían trabajado medio siglo para los terratenientes de las haciendas «La Soledad» y «Buenos Aires» protagonizaron una batalla tenaz por conquistar la tierra, en la que varios de los cultivadores cayeron vilmente asesinados.
[1]Tarrow, Sidney. Estado y oportunidades: la estructuración política de los movimientos sociales. En Movimientos Sociales: perspectivas comparadas, Dough Mc Adam, Jhon D McCarthy, Nayer N Zald. Ediciones Istmo. Madrid, 1999. Pág. 71 a 79. Tomado de: Escobar, Diego y Rodríguez, Karin. “El rostro oculto del movimiento ciudadano por la paz: encrucijada o alternativa. Revista Controversia. Segunda etapa. No 179, diciembre 2001. Cinep. Las oportunidades políticas se entienden como: “señales continuas -aunque no necesariamente permanentes, formales o a nivel nacional- percibidas por los agentes sociales o políticos que las animan o desaniman a utilizar recursos con los que cuentan para crear movimientos sociales (…) Habría pues que considerar, no solo las estructuras formales, como las instituciones, sino también las estructuras de alianzas generadas por los conflictos, que contribuyen a la obtención de recursos y crean una red de oposición frente a construcciones o limitaciones externas al grupo.
[2] Ya en 1970, las organizaciones campesinas de Córdoba, Sucre y Bolívar habían resignificado de acuerdo a sus prácticas y visiones la ANUC, por lo que fue reconocida como un interlocutor legitimo del movimiento campesino costeño en este mismo año.
[3] FALS Borda. Op. Cit. Historia doble de la costa. Tomo IV, Retorno a la tierra. Segunda edición publicada conjuntamente por La Universidad nacional de Colombia, el Banco de La República y El Áncora Editores en 2002. Pág. 183 B. Datos para el departamento de Sucre. El número de tomas y recuperaciones de tierras fue mucho mayor, las que se registraron por parte de otros investigadores y se citan más adelante.
[4] Op. Cit. [4] LOZANO, Pilar. En La Costa Atlántica: “La Negra Historia del Tabaco Negro”. Redactado en agosto de 1981. Tomado de: http://www.moir.org.co/En-la-Costa-Atlantica-LA-NEGRA.html
[1] TIRADO MEJÍA, Álvaro. Aspectos Políticos del Primer Gobierno Político de Alfonso López Pumarejo. Planeta colombiana Editorial. Santa Fe de Bogotá, 1995. Pág. 167.
[2] Como bien se estableció en una investigación anterior. Estudio de Tenencia de Tierra San Onofre Sucre, realizado por este mismo equipo de investigación. Diciembre de 2010. Páginas 27 a 45.
[3] Op. Cit. TIRADO MEJÍA, Álvaro. Aspectos Políticos del Primer Gobierno Político de Alfonso López Pumarejo. Pág. 167.
[4] Pierre Ghilodes citado por: FALS Borda. Op. Cit. Historia doble de la costa. Tomo IV, Retorno a la tierra. Segunda edición publicada conjuntamente por La Universidad nacional de Colombia, el Banco de La República y El Áncora Editores en 2002. pág.156 B.
[5] Así lo recoge Fals Borda. Op. Cit. Pág. 160 B, 161 A y 161 B.
[6] Adoptamos este término construido por el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación que lo entiende como: las acciones realizadas por los Usuarios Campesinos para apoderarse de tierras mediante medidas de hecho. Valga la pena decir que las luchas por la tierra no sólo estuvieron en el plano político y jurídico sino que se configuró una verdadera «batalla semántica» pues algunos utilizaban este término como «invasiones» o «tomas» con el objetivo de ilegalizar dichas acciones por ser «comunistas». Escobar Sierra, Hugo (1972) Las invasiones en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo Editores. Citado por, La Tierra En Disputa. Memorias del despojo y resistencias campesinas en la Costa Caribe 1960-2010. Informe del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de reparación y Reconciliación. Op. Cit. Pág. 203.
[7] SOLERO MORALES, Hernando. Casta de un pueblo excomulgado. Historia de San Onofre de Torobé. Unión Gráfica. Sincelejo-Sucre, primera edición 2004.Págs. 20 a 25. Citado en: Estudio de Tenencia de Tierra San Onofre Sucre, realizado por este mismo equipo de investigación. Diciembre de 2010. Páginas 27 a 45.
[8] FALS Borda. Op. Cit. Historia doble de la costa. Tomo IV, Retorno a la tierra. Segunda edición publicada conjuntamente por La Universidad nacional de Colombia, el Banco de La República y El Áncora Editores en 2002. Pág. 165-166.
[9] LOZANO, Pilar. En La Costa Atlántica: “La Negra Historia del Tabaco Negro”. Redactado en agosto de 1981. Tomado de: http://www.moir.org.co/En-la-Costa-Atlantica-LA-NEGRA.html
[10] Ídem.
[11] Ídem.